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Un paquete de aguas, una botella de aceite y un kilo de azúcar... Un vagabundo llegó al centro de ayuda a los refugiados en Bucarest con tales regalos. No sabemos su nombre ni su historia, pero este gesto dice más de él que su nombre o número de la tarjeta de identidad. No tiene dirección, pero tiene un gran corazón, conmovido por lo que está pasando en Ucrania en este momento.
Su gesto recuerda la historia bíblica de una mujer que dio su último centavo como sacrificio. Lo que no tiene valor para muchos resultó ser el regalo más preciado...
Podemos adivinar que estas tres cosas, compradas por una persona sin hogar, eran todo lo que podía pagar. Gastó lo que tenía para ayudar a aquellos que pensaba que estaban más necesitados que él.
Un modelo de humanidad
El personal de la tienda de uno de los supermercados a los que acudió inicialmente se negó a aceptar la ayuda, pero el hombre insistió. "Esta es una lección de solidaridad que nunca antes había visto", escribió en las redes sociales Clotilde Armand, alcaldesa de uno de los distritos de Bucarest, quien también publicó una foto con estos obsequios (la que se ve al inicio del artículo).
El hombre no se quedó sin ayuda. Conmovidos por este gesto, los empleados lo llevaron a un punto de asistencia social y lo ayudaron a encontrar un techo donde vivir.
“Este ejemplo muestra lo que es la humanidad. El cielo está hecho de tales dones”. “Es un modelo de humanidad y bondad”. “A veces los que conocen la soledad, el frío y el hambre son más humanos que nosotros”... Son solo una gota en el mar de cálidos y respetuosos comentarios que aparecieron en la publicación de Armand.