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Fundada en 1960 por la Compañía de Jesús, la Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA) ha sido la última de las víctimas de las acciones emprendidas por el gobierno de Nicaragua para hacerse del control de la educación privada o, como en el caso de la UCA, de las universidades críticas del régimen.
Con poco más de nueve mil alumnos, la UCA fue excluida --por una reforma llevada a cabo en la Asamblea Nacional-- del Consejo Nacional de Universidades y con ello la posibilidad de participar del apoyo del seis por ciento de su presupuesto anual que se le asigna, por parte del Gobierno, a las instituciones de educación superior del país
centroamericano.
Dos fueron las reformas que excluyeron a la UCA del CNU: la Ley General de Educación y a la Ley de Autonomía de las Instituciones de Educación Superior. La votación en la Asamblea Nacional para marginar a la universidad jesuita fue por mayoría: 75 miembros del oficialismo a favor, 14 abstenciones y dos ausencias.
Los motivos de Ortega
En política, se dice, no suele haber coincidencias y “lo que se ve, es”. Lo cierto es que la UCA fue uno de los centros educativos en los que se acogió a estudiantes que se manifestaron en contra del régimen que encabeza Daniel Ortega, protestas que iniciaron este mes de abril hará cuatro años en Managua y en las principales ciudades del país.
La represión a esas manifestaciones de descontento fue brutal y orilló a que los inconformes se refugiaran en centros como la universidad jesuita, misma que, por cierto, fue por un año la casa de estudios del presidente Ortega y de al menos dos (otras fuentes dicen que tres) de sus hijos, entre ellos Zoilamérica Ortega Murillo. También es egresado de la UCA el obispo en el exilio Silvio José Báez.
Desde luego que los diputados sandinistas a la Asamblea Nacional adujeron algo diferente: que las reformas tienen que ver con seguridad para los estudiantes de terminar sus carreras y para que el Estado controle una educación de calidad mediante la revisión, por parte del CNU de los planes y los programas de estudios, así como de los títulos obtenidos en ellos.
Otro motivo que pudiera haber empujado a Ortega a excluir a la UCA del CNU y del financiamiento podría haber sido que el rector de este centro académico, el padre José Alberto Idiáquez, representó a las universidades la mesa de diálogo nacional con el que se buscaba una salida a la crisis que vive Nicaragua desde hace cuatro años.
La que pierde es la educación superior
La UCA ha pagado un duro precio por haber protegido a los estudiantes que se manifestaban en contra de Ortega y huían de las fuerzas policiacas y paramilitares que operan a la sombra del sandinismo radical. La universidad de los jesuitas en Managua ha sufrido atentados en su sede, recorte de presupuestos y ahora la imposibilidad de dar becas a alumnos de escasos recursos.
También se eliminan del CNU los centros culturales y de investigación que sostenía la propia UCA, entre ellos el Instituto de Historia de Nicaragua, el Instituto para el Desarrollo de Comercio Exterior, y el Centro de Investigación y Documentación de la Costa Atlántica, con lo que su papel en la educación y la investigación quedará bastante reducido.
Este podría ser un primer paso para tomar el control de la UCA. Ya en febrero, el Estado tomó posesión de seis universidades privadas, declaradas ilegales, para, acto seguido y por orden del presidente Ortega, pasar a manos estatales. Se trataría de un acto muy significativo, ya que la UCA fue la primera universidad privada y de inspiración cristiana creada en Centroamérica.