Con la mentalidad de vivir la Cuaresma y la Semana Santa como cristianos, no viene mal recordar en qué consisten las privaciones que señala la Iglesia y quiénes deben cumplir con el precepto.
Tal y como se indica en el Catecismo de la Iglesia Católica en el canon 1251:
El ayuno es el acto de privarse total o parcialmente de comer o beber, por un período determinado, y lo pueden realizar personas desde los 18 hasta los 59 años. Y la abstinencia es no comer carne, y está indicada a partir de los 14 años.
Desde el punto de vista literal del Catecismo, todos debemos cumplir con el precepto de ayunar y abstenernos de carne los días que indica la Iglesia. Sin embargo, como en todo, hay personas que están exentas de su cumplimiento.
El derecho canónico excluye de ayuno a las personas que no están en el rango de edad establecida, a los enfermos, mujeres embarazadas, obreros según la exigencia de su actividad, a los “frágiles”, mujeres que alimentan a los bebés de acuerdo a la alimentación que necesitan para criar, entre otras dispensas.
Hoy en concreto me detendré en los enfermos y los frágiles.
Existe una dolencia conocida como Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) que tiene mucho que decir en esta época del año, en cuanto a enfermedad y fragilidad, en la que los cristianos ayunamos o nos abstenemos de comer carne.
Cuaresma y Trastorno de Conducta Alimentaria
Una persona enferma está exenta de practicar el ayuno y de abstenerse de tomar un alimento, puesto que su enfermedad ya es motivo suficiente para hacer penitencia. Y una anorexia o una bulimia son enfermedades mentales muy serias, que además están relacionadas con el hecho de dejar de comer.
Según la doctora María Hernández del Centro de Investigación en Nutrición de la Universidad de Navarra, el ayuno está especialmente contraindicado en diabéticos, personas con TCA, embarazadas o período de lactancia, estrés o trastorno de sueño.
En el caso de las personas con TCA, estas se caracterizan por tener baja autoestima, insatisfacción corporal e inseguridad, por lo que son las menos indicadas para realizar estas prácticas ya que el principal desencadenante de su enfermedad es el comienzo de una dieta restrictiva con motivación estética.
¿Cuerpo perfecto o alma perfecta?
Para enfrentarse a un ayuno o una abstinencia, la motivación principal debe ser desde el amor de Dios y la perfección no tanto del cuerpo sino del alma.
Antes de cualquier acción nos mueve una motivación para realizarla. Es fácil caer en la frivolidad del no comer por la obsesión de tener un cuerpo perfecto. Si ese es nuestro incentivo, habremos desplumado de su sentido trascendente a la Cuaresma y quizás sea mejor ayunar en otros terrenos.
La clave está en ver qué me está distrayendo de Dios. De eso será de lo que debamos ayunar. Y si el ayuno solo se centra en adelgazar unos kilos, nos estaremos alejando de nuestro cometido. Por ello es necesario acudir a la oración y discernir con sinceridad.
El daño de las dietas
Fuera del cristianismo, el ayuno, en concreto el intermitente, es una práctica que está muy de moda. Tanto es así que en 2019 fue la dieta más buscada en Google. Tiene muchos adeptos y la gran mayoría lo sigue a rajatabla.
Tengamos cuidado con las dietas tan variopintas que hay en el mercado. Muchas de ellas son carenciales que conllevan enfermedades a largo plazo o se venden como dietas milagro.
Debemos apostar por la “dieta del sentido común” que pasa por alimentarse bien, comiendo de todo de forma equilibrada.
Lo ideal es que la alteración del comportamiento alimentario, propia de cualquier ayuno intermitente, sea supervisada por un profesional, nutricionista o psicólogo para evitar que se convierta en un mal hábito y derive en un TCA.
Si estamos enfermos, ¿de qué otras formas podemos ayunar?
Los enfermos tienen otras opciones para vivir un ayuno o abstinencia en Cuaresma o Semana Santa, que no pasa necesariamente por privarse de algún alimento. Hoy en día, con la invasión tecnológica, puede ser una buena idea hacer un ayuno de pantallas limitando su uso durante el día.
Otras alternativas son: ayuno de tabaco, ayuno de críticas, ayuno de algún capricho como el chocolate o una bebida… En realidad de cualquier cosa que nos esclavice y nos reste libertad.
Comer o no comer carne, esa es la cuestión
La abstinencia cuaresmal no es por un motivo vegano sino por una tradición de purificación que se remonta al siglo II. Es un sacrificio en el que unos días concretos de la Cuaresma y la Semana Santa nos abstenemos de consumir carne.
El respeto hacia nuestras tradiciones es el mismo que debemos obsequiar a aquellos que piensen distinto a nosotros.
Sin embargo, todo aquello que conlleva un enfrentamiento no es bueno, como tampoco tiene sentido defender la ecología animal para enemistarse como seres humanos. Pero esto es otro cantar.
En resumen, vivir mejor la Cuaresma y la Semana Santa es posible siempre que uno se conozca bien y sepa cuál es su talón de Aquiles.