Las palabras de Pedro me dan vida y me recuerdan lo que estoy viviendo:
Testigo
Soy testigo, doy testimonio de su poder en mi vida. No soy cristiano porque me sienta obligado a serlo.
Él vino a mi vida y pasó haciendo el bien. Pasó curándome de mis dolencias y llenando mis vacíos. Vino a establecerse en mi alma herida y contuvo mi llanto.
Me sanó de mis heridas. Me dejó ver su mano y pude tocar su manto. Se quedó caminando a mi lado, corriendo. Y sentí su presencia.
Por eso puedo dar testimonio. Porque ha venido a mí y su vida ha llenado mi vida.
Me calmo, me quedo en silencio.
Abriré puertas
Sé que soy testigo de una vida eterna que he vivido en mi alma muchas veces y de forma limitada, después de haber muerto o haber sido asesinado.
Pero el miedo vuelve a surgir y temo no ser capaz de mantenerme despierto, vivo, alegre, esperanzado.
Me levanto de nuevo como esos discípulos que quieren ver al maestro. Corro al encuentro de ese hermano mío que necesita mi presencia, mi alegría.
No voy a ser ningún ejemplo. Pero pase lo que pase me levantaré de nuevo, construiré un puente hacia la esperanza y abriré las puertas que cierran los diques que retienen el agua que calma la sed.
Jesús puede hacerlo en mí
Confío que ese Jesús, que pasó entre los hombres haciendo el bien, vuelva a hoy a hacerme ese bien que cambie mi vida.
Puede hacerlo porque no he perdido la esperanza. Podrá mejorarme porque sueño con ser esa persona nueva que Él ha soñado para mí.
No temo caer, porque me da fuerzas para levantarme. Y cuando me duerma vendrá hasta mí a despertarme y me pedirá que no deje de confiar en la fuerza que Él me dará para seguir luchando cada día.