Santa Catalina de Siena vivió en una época, podríamos decir, oscura de la Iglesia: la del Cisma de Aviñón.
La preocupación de Catalina por lo que le estaba sucediendo a su amada Iglesia era realmente grande.
Medió con los cardenales, obispos y reyes para restablecer la armonía que se había quebrantado, pero todo fue inútil. Y oró intensamente por ella.
Agotada se ofreció a Dios como víctima por la Santa Iglesia, y pocos días después de haber rezado sobre la tumba de san Pedro, muere un 29 de abril, a la edad de 33 años.
Hoy rezamos por el papa Francisco y por toda la Iglesia con una oración que la misma santa Catalina compuso:
Oración
A Ti recurro, María,
te ofrezco mi súplica por la dulce Esposa de Cristo
y por su Vicario en la tierra,
a fin de que le sea concedida la luz
para regir con discernimiento y prudencia la Santa Iglesia.
Y se una también su pueblo, conformando
su corazón a aquel de su pastor,
para que no se rebele en contra de su cabeza.
Me parece, oh, Dios eterno,
que hiciste a tu vicario como un yunque,
porque cada uno le pega como puede con la lengua y con sus acciones.
Te ruego también por aquellos que has puesto en mi corazón
con un amor especial:
Inflama sus corazones para que sean
carbones ardientes y no apagados,
encendidos y fogosos en tu caridad y en aquella del prójimo,
para que cuando sea necesario estén siempre desbordantes.
Hoy mi oración arde,
porque este es el día de las gracias
y sé que, a ti, María, ninguna cosa es negada.
El reconocimiento de la Iglesia
Tras su muerte, el cuerpo de santa Catalina fue sepultado en la Iglesia de Santa María Sobre Minerva de Roma; su cráneo fue llevado a la iglesia de Santo Domingo de Siena y un pie se encuentra en Venecia.
En el año 1461 el papa Pío II la declaró santa. En 1939 Pío XII la declaró patrona principal de Italia, junto a san Francisco de Asís.
El 3 de octubre de 1970 Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia, convirtiéndose en la segunda mujer en obtener tal distinción después de santa Teresa de Jesús.
En octubre de 1999, Juan Pablo II la declaró Santa Patrona de Europa junto a santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz.