La vida diaria nos presenta muchos conflictos, que se necesitan resolver para no caer en la angustia y la ansiedad.
Un conflicto es la lucha entre dos fuerzas opuestas, es decir, cuando las cosas se oponen y no se logran resolver. Seguramente tú has llegado a vivir momentos de duda, de incertidumbre, de no saber qué hacer, o de estar en constante confrontación con las ideas de otras personas cercanas a ti.
Peor aún, experimentas conflictos internos entre tu corazón y tus ideas, entre tus sentimientos y emociones, o llegas a tener frustraciones que no sabes cómo superar, al igual que culpas, que no te dejan vivir en paz.
La manera de resolver los conflictos, no necesariamente se encuentra dentro del terreno de la psicología, por medio de terapias o de fármacos.
Hay un camino espiritual, eficaz y al alcance de todos, que comienza al saber que estamos plenamente integrados en una unidad indivisible. Te lo vamos a explicar en este artículo, para que lo vivas desde tu corazón.
En el inciso 362 del Catecismo de la Iglesia Católica, dice que:
Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.
Esa idea que nos expresa el Catecismo, es la clave para superar nuestros conflictos. Porque en la unidad se resuelve todo, dejamos de estar oponiendo una cosa con otra, las personas entre sí y los sentimientos con la razón.
Lo más íntimo, lo más perfecto y profundo que tenemos, es esa dignidad de ser amados y queridos por Dios. En esa plena unidad espiritual con Él, no hay conflicto alguno, es el espacio perfecto para sanar todo tipo de heridas y dificultades que nos acarrea la vida diaria.
Cuidar el cuerpo y más
Nuestro cuerpo realmente es un templo del Espíritu, es un lugar sagrado que hemos de cuidar con todo esmero. Al cuidar lo más maravilloso que tenemos, dejamos de caer en conflictos y nos dedicamos a vivir sin estar confrontándonos con todo lo que nos hace sufrir y atormentarnos. De aquí que, por ello, muchas terapias psicológicas parten de unir lo fragmentado, de tratar de organizar las ideas y las emociones para que dejemos de estar agobiándonos con la lucha y el desacomodo de ellas, enfrentando el pasado con el futuro, en vez de vivir en el presente.
Sentirse unido al amor de Dios es estar plenamente seguro de que nos ama y que está presente y vivo en nuestro corazón. Es practicar todos los días la convicción de que tu ser esté ordenado y encaminado al fin sobrenatural de sentirnos elevados a la gratuidad de la comunión con Dios.
No tienes nada que hacer, más que captar que sí eres amado por Él y que estás profundamente unido a su eterna sabiduría. Por eso muchos líderes espirituales y grandes santos, han practicado, que lo mejor que podemos hacer, es dejar nuestra vida en sus manos. Entregar nuestros problemas para que Él sea quien nos guíe, nos inspire a tomar decisiones y a hacer camino al andar.
Finalmente, es muy importante que consideres las siguientes recomendaciones, para que puedas identificar los conflictos y no involucrarte en ninguno de ellos.
1.- Procura alejarte de las personas que buscan dividir y confrontar a los opuestos. Todos pensamos de diferente manera, pero acentuar lo negativo y diferente, acabará generando problemas.
2.- Las personas que gustan hablar mal de los demás y promueven la intriga, también son generadores de conflictos. De seguro tratarán de inducirte en alguno de ellos.
3. - Los que tienen tendencia a discutir y a fomentar debates polémicos y llenos de emotividad, también acabarán llevándote a vivir un conflicto.
4. - La fuerza de la unidad siempre está en riesgo en la mente de los que disfrutan separar y excluir a los demás, con tal de no ver una familia unida.
5. - Acércate más a los que tienen la intención de dialogar, de limar asperezas y de buscar acuerdos positivos.
6. - Procura buscar a las personas con las que has tenido algún conflicto para remediarlo, dentro de lo posible. Sobre todo si es un pariente o amigo.
7. - Es muy deseable que duermas tranquilo, sabiendo que de tu parte has hecho lo posible para no involucrarte en conflictos, ni crearlos y haber intentado resolverlos.
8. - Tener fe es dar testimonio de que amas la unidad y rechazas los conflictos y no los promueves. Porque estás en comunión con el Espíritu Creador, para conciliar los opuestos y así vivir en santa paz.