Este rostro inédito del político italiano lo reveló su hija María Romana, quien falleció recientemente.
"Una gran religiosidad"
"Cuanto más leo las cosas que mi padre hizo y escribió desde muy joven – dice María Romana –, más me convenzo de que lo impulsaba una gran espiritualidad y religiosidad".
"Su único deseo era llevar las ideas cristianas a la política. La búsqueda de Dios y el anhelo de lo trascendente, pero también la asunción de la responsabilidad hacia la patria y la difícil experiencia de gobierno. Estos elementos formaban parte de un solo marco humano".
En una de las últimas entrevistas concedidas por María, abrió un cajón de su escritorio, sacando un libro viejo dentro del cual había recogido unas notas que su padre dejó entre sus papeles.
En ese viejo libro está contenida la profunda espiritualidad de Alcide De Gasperi. Pues en el interior, hay "frases, citas y oraciones que escribió en italiano y latín en el papel con membrete del Primer Ministro o algún ministerio. Son peticiones que hacía al Señor, rogándole que le ayudara en los momentos difíciles".
María Romana guardó con mimo estas hojas durante muchos años, "pero nunca me decidí a publicarlas – explica –; porque creo que para que se entiendan y aprecien plenamente deben ir acompañadas del comentario de un religioso".
La soledad de la coherencia
La hija de Alcide De Gasperi, además de sobre la fe, también reveló otro dato inédito sobre la soledad de su padre. "No significaba que fuera un hombre entregado a la soledad. Al contrario, le gustaba vivir entre la gente. Pero se encontró solo en muchos períodos de su vida, cuando tuvo que tomar decisiones muy difíciles. Durante el período fascista, por ejemplo, apenas podía hablar con nadie más que con muy pocos amigos".
"Lo mismo pasó después – concluyó María Romana – cuando ella le hablaba a la gente siempre diciendo lo que pensaba. La suya era sobre todo una soledad de carácter político; ya que 'su' política se basaba en la seriedad, los principios y la convicción de estar en el buen camino" (Avvenire, 1 de mayo).