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Mañana se estrena en España, a través de Amazon Prime, la esperada película Fátima, historia de un milagro dirigida por Mario Pontecorvo y protagonizada, entre otros, por la actriz brasileña Sônia Braga y el norteamericano Harvey Keitel. Un estreno lleno de dificultades a causa del Covid-19 en todo el mundo.
Andrea Bocelli, famoso cantante y músico italiano, es uno de los colaboradores de la película. Su Gratia Plena forma parte de la banda sonora; pero como él explica en esta entrevista concedida a Aleteia, Fátima y la devoción a la Virgen forman parte de su alma.
No es fácil que Bocelli conceda una entrevista a un medio de comunicación. Por esto, estas declaraciones concedidas a Aleteia con ocasión del estreno de la película, constituyen una oportunidad preciosa para asomarnos a la fe y la espiritualidad de uno de los grandes artistas líricos de nuestro tiempo.
– ¿Qué le ha aportado a nivel humano y espiritual la participación artística en la película Fátima?
Fue una experiencia muy intensa, aunque mi aporte fue modesto. Pero estoy feliz de que mi voz haya contribuido a la banda sonora de un proyecto cinematográfico tan importante.
Creo que es precioso y siempre oportuno divulgar la historia de las apariciones de Fátima: es una historia que no podemos descifrar con racionalidad, pero de la cual – en cualquier latitud – podemos comprender su autenticidad y su dulzura.
Es un episodio edificante para todos y siempre me ha impactado y emocionado, precisamente por el poderoso mensaje de amor que lleva consigo, y que resume aquellos valores cristianos en los que he basado mi existencia.
– ¿Cuáles son los inicios y la intensidad de tu devoción a María?
Siempre me ha parecido luminosa, poética, conmovedora esta presencia femenina que intercede por nosotros.
Recuerdo que, ya en el transcurso de mi infancia, me encantó la genuina religiosidad de ciertos pasajes sagrados, como "Mira a tu pueblo", que se cantaba durante las procesiones, con motivo de las fiestas marianas.
Al crecer y consolidarse mi fe, María se convirtió en una presencia esencial y constante en mi vida diaria. Me gusta pensar en ella como la versión celestial de nuestra madre terrenal, consoladora y mediadora. María es la luz que ilumina el camino obligado para llegar al Padre.
– Cuando le invitaron a Fátima en mayo de 2018 a cantar durante las celebraciones del centenario, ¿cómo se sintió? ¿Era su primera vez en Fátima?
De niño tuve la oportunidad de ir a Lourdes. Como adulto, visité en varias ocasiones otros lugares bendecidos con una energía mística especial, desde el Santuario brasileño de Aparecida hasta San Pedro en Roma; desde la Basílica de Asís hasta el Santuario de Medjugorje…
No obstante, cuando fui invitado en 2018 dar mi contribución a las celebraciones del centenario de las apariciones, fue para mí la primera vez en Fátima, tanto como cantor como fiel. Me impresionó favorablemente este oasis de oración y de paz, esta fragua de espiritualidad, puente entre lo humano y lo divino.
– ¿De qué manera y a través de qué ejemplos ha recibido el don de la Fe?
Tuve la gran fortuna de crecer en el seno de una familia unida, que me educó en los valores cristianos, especialmente a través del ejemplo. De mis padres absorbí el significado de honestidad, coherencia, respeto, amor por el prójimo y por la naturaleza.
Luego, en mi primera juventud, viví un período ingenuamente rebelde, en el que no me importaba lo trascendente, e incluso me llamaba agnóstico.
Pero pronto se hicieron sentir algunos interrogantes existenciales, precisamente porque sin fe es difícil dar sentido a la vida.
Me di cuenta de que, en la base de todas nuestras elecciones, nos enfrentamos a una encrucijada que lleva en direcciones opuestas (una va hacia el bien, la otra hacia el mal). Concebir una vida dándola por sobreentendida, no es muy conveniente pero también ilógico.
En la primera encrucijada fundamental, creer o no creer, elegí el camino que me pareció más lógico, el que mi inteligencia identificó como un camino sin alternativas.
Hoy la fe es mi faro personal, mi fuerza, es un elemento básico de mi existencia, un don inestimable. Porque el que tiene fe mejora su vida y el mundo. Tener fe significa creer en el poder de la bondad.
–¿ Qué significa para usted la historia y el mensaje de Francisco, Jacinta y Lucía? ¿Qué cree que puede enseñar en el mundo de hoy?
Es un mensaje fuerte, nos muestra cuánta belleza es inherente a lo bueno. La de los tres pastorcitos es una gran parábola sobre el amor.
Creo que puede restaurar la esperanza en muchos corazones, tanto entre los que no tienen el don de la fe, como entre los creyentes. Estos pueden ser estimulados a cultivar con más entusiasmo la emoción y la alegría de la fe, abandonando esa tibieza que ciertamente no es buena para el alma.
– ¿Cómo es recibido su testimonio de fe en el mundo del entretenimiento?
Aunque no todas las áreas están libres de áreas grises, creo que mi testimonio de fe es generalmente bien recibido.
Creo que todo artista juega un papel de gran importancia dentro de la sociedad. La música es un lenguaje universal que tiene la fuerza y la capacidad de afectar nuestra conciencia, ayudándonos a ser mejores.
Gracias a este arte es más fácil comprender que no estamos solos, que no estamos aquí por casualidad. También gracias a la música (y la oración), nuestra alma se libera de la ruidosa presencia del ego y nos muestra la belleza, la plenitud de la vida.
La música es una luz que ayuda a encontrar el camino, a tomar conciencia de la alegría que subyace al estar vivos, del don y del privilegio y de la responsabilidad que nos ha sido asignada.