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Nueva masacre y nueva tragedia en Estados Unidos. Salvador Ramos, un joven de 18 años de Uvalde irrumpió en la escuela de primaria de Robb, armado por un rifle y comenzó a disparar contra todos los presentes. De momento son 19 niños y dos adultos los fallecidos.
Una noticia que ha conmocionado a toda la sociedad estadounidense. La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), en palabras de su directora de asuntos públicos, Chieko Noguchi, expresó: “Ha habido demasiados tiroteos en las escuelas, demasiados asesinatos de inocentes. Nuestra fe católica nos llama a orar por los que han muerto y vendar las heridas de los demás” y pedía “buscar en nuestras almas formas en las que podamos hacer más para comprender esta epidemia de maldad y violencia e implorar a nuestros funcionarios electos que nos ayuden a tomar medidas”.
El desconsuelo, la impotencia y la petición de medidas es lo que se más se expresa en este día en los Estados Unidos.
Así, el obispo Edward Charles Malesic, obispo de Cleveland” se muestra: “abrumado por la tristeza por esta tragedia devastadora y la pérdida resultante de vidas inocentes”. Pide oración y muestra: “Que nuestro testimonio de oración y solidaridad ayude a mover a las personas a la acción que conduzcan a cambios significativos que promuevan la seguridad escolar y la seguridad de todas las personas frente al flagelo de la violencia armada, y fomenten la construcción de una cultura de la vida”.
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Las palabras no son suficientes
Pero, sin duda, uno de los más conmocionados y apesadumbrados es el obispo del oeste de Texas, monseñor David Reed.
En una carta a la diócesis muestra todo su dolor: “Las palabras de indignación no son suficientes para expresar nuestro odio por este mal hecho a los niños pequeños que simplemente fueron a la escuela esta mañana. Las expresiones de dolor apenas tocan la profundidad del dolor de las familias esta noche. No hay nada que podamos decir hoy para consolar a los padres, hermanos y abuelos cuyas vidas quedaron arruinadas por esta malvada violencia”.
En su misiva pide insistentemente orar: “Ignora a los cínicos y ora con todo tu corazón. Deja que tus gritos lleguen al cielo. Deja que tu ira y desesperación sean tu oración”.
“A medida que haya más información disponible, haremos todo lo posible para apoyar a nuestros hermanos y hermanas de St. Philip's, buscándolos a ellos y a su rector, el reverendo Mike Marsh, para obtener orientación sobre cómo podemos apoyar a su comunidad”, explica el prelado que termina su carta mostrando su dolor ante la muerte de los más pequeños y mostrando la seguridad de que Dios los ha tomado en sus brazos: “Jesús ama a los niños pequeños".
Una escuela humilde con una gran presencia de la comunidad hispana
Todo ocurrió en la tarde del martes, en medio del festejo del último día de clase. La escuela estaba repleta. Los padres y los niños festejaban el final del curso y recogían sus diplomas. Se trata de un centro pequeño, en un barrio de clase media-baja y donde los niños tienen entre 8 y 10 años. Se trata de la segunda mayor matanza en un colegio de Estados Unidos en la última década.
Uvalde es una pequeña población de 16.000 habitantes al sur de Texas, cercana a la frontera con México. Cerca del 80% de la población es de origen hispano. En el colegio, cerca de 500 alumnos, la mayoría hispanos, como el asesino, Salvador Ramos que cometió el crimen tras disparar a su abuela por una disputa doméstica.