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¿Qué pueden hacer las religiosas y religiosos, que hoy día cuentan con menos vocaciones, pero que tienen que gestionar edificios seculares, que en muchos casos han desempeñado un papel histórico, convirtiéndose en patrimonio de la misma humanidad?
Se trata de una de las preguntas más comunes para muchas órdenes y congregaciones religiosas, cuya respuesta no es nada fácil. Algunas monjas ancianas han sido incluso víctimas de especuladores inmobiliarios, que se han aprovechado de situaciones de desamparo.
La reacción del Vaticano
El Papa Francisco, asistido por dos instituciones de la Santa Sede, el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y el Dicasterio para la Cultura y la Educación, ha decidido asistir a las comunidades religiosas en esta difícil tarea.
Un momento clave se vivió recientemente, entre el 4 y el 5 de mayo, cuando se convocaron en Roma a responsables religiosos de todo el mundo, en el congreso internacional "Carisma y creatividad", celebrado en la Universidad Pontificia Antonianum.
El Papa Francisco escribió con este motivo un mensaje en el que alienta la creatividad para convertir el problema en oportunidad: "a la luz de su misión evangelizadora y con particular solicitud hacia los necesitados".
Tres indicaciones decisivas
Con el objetivo de que los bienes de las comunidades religiosas respeten los objetivos para los que fueron creados, el obispo de Roma ha impartido tres disposiciones.
En primer lugar, ha pedido "la catalogación de los bienes en su totalidad y variedad (archivos, libros, obras de arte muebles e inmuebles); como acto primario de conocimiento y por lo tanto de estudio, protección jurídica, conservación científica y valorización pastoral".
En segundo lugar, el pontífice pide adoptar las medidas necesarias para lograr "la gestión de los bienes culturales; tanto en términos de su sostenibilidad económica como de la contribución que pueden dar a la evangelización y a la profundización de la fe".
Por último, Francisco considera que "es necesario abordar la reutilización del patrimonio inmobiliario en desuso. Una necesidad que es aún más urgente hoy en día; no solo por la contracción numérica de las comunidades de vida consagrada y la necesidad de encontrar los recursos necesarios para atender a las hermanas y hermanos ancianos y enfermos; sino también, en particular, por los efectos de la aceleración del cambio legislativo y la debida necesidad de adaptación".
"No en vano, las cargas económicas de mantenimiento y conservación ordinarias y extraordinarias que soportan estas comunidades, especialmente en Europa, están provocando el desmantelamiento", constata con tristeza el Papa.
Al servicio de la evangelización y la caridad
Cecilia Cozar Castañeda, investigadora de la Fundación DeClausura, quien participó en el congreso de Roma; al recoger las conclusiones del encuentro, subraya que "el valor espiritual del patrimonio cultural eclesial radica en su servicio a la caridad".
El Papa y sus colaboradores, añaden, transmiten una visión de estos bienes "como recursos que permiten la caridad, que están al servicio del ser humano; y especialmente al servicio de los pobres".
En la encíclica Laudato si’, se dice "prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista". Lo que es de gran relevancia, pues "los ídolos materiales ofuscan el verdadero sentido de la vida", concluye la investigadora.