Cuando se viaja lejos de casa para disfrutar de un tiempo relajante de vacaciones, puede ser tentador “olvidarse” de asistir a misa el domingo.
Es posible que queramos dormir hasta tarde el día festivo, o puede que no haya un horario de misa conveniente y no queramos interrumpir nuestras actividades.
Sea cual sea la excusa que se nos ocurra, las vacaciones parecen mucho más sencillas si nos saltamos la obligación del domingo.
Sin embargo, Dios no lo ve de esta manera.
El Código de Derecho Canónico vigente confirma la obligatoriedad dominical y establece:
Esto significa que cualquier católico que pueda asistir a misa debe hacer todos los esfuerzos razonables para estar allí.
Excepciones
A veces puede haber circunstancias excepcionales que podrían dispensar a una persona de asistir a Misa.
Por ejemplo, si la ciudad a la que viaja no tiene una parroquia católica, no sería razonable esperar que encuentre una Misa.
Pero optar por saltarse una misa disponible para disfrutar del tiempo en la playa no es una razón legítima para perderse la misa dominical.
Tiempo para Dios
La razón por la cual la Iglesia insiste tanto en este tema es que necesitamos hacer tiempo para Dios los domingos, adorando de la manera que Él diseñó.
San Juan Pablo II instó a todos los católicos a renovar su dedicación a la Eucaristía dominical en su carta apostólica Dies Domini.
Si bien puede ser más fácil saltarse la misa del domingo cuando se viaja, estaríamos sacrificando la fuente de gracia que Dios quiere darnos en cada Eucaristía dominical.
Sobre todo, no vean la obligación de la Misa dominical como una imposición, sino como una invitación a una relación más profunda con Jesucristo.