Todo empieza con una leve mirada, un pensamiento pasajero, un deseo. Es tan inesperado que al principio no le das importancia. La verdad es que muchas veces te toma desprevenido.
Debes orar, la oración te fortalece el alma y te ayuda a resistir las tentaciones, que siempre llegan, sobre todo en el momento que menos las esperamos.
Y es que el diablo no te va a soltar tan fácilmente. Te odia y desea causarte el mayor mal. Pero no puede, mientras lo mantengas a raya, en la distancia.
La verdad es que si abandonas la oración cotidiana, serás presa fácil del maligno.
Suele ocurrir con un pecado pequeño. Lo dejas rondar, no te confiesas ni te arrepientes. Va empeorando con los días.
Y no es algo que te cuente y tú pienses: “Vaya qué novedad”. Estoy seguro que lo sabes. Todo pecado es una ofensa grande al amor de Dios. Y no hay pecado por pequeño que sea que quede oculto. Dios todo lo ve y lo sabe.
No peques más
Ceo que alguna vez te he compartido esta historia. Es muy edificante. Es un cuento infantil sobre un campesino al que su cosecha se le dañó.
Veía con envidia los sembradíos saludables y hermosos de su vecino que cada día crecían en abundancia.
Una mañana decidió robarle algunas verduras y frutas. Seguro, nadie se daría cuenta. Fue con su hijo pequeño y le encomendó:
—Si descubres que alguien se acerca o alguien me ve, avísame enseguida.
Y cruzó al sembradío del vecino.
No habían pasado tres minutos cuando el niño empieza a gritar:
—Papá, te están viendo.
Pero el papá no veía a nadie cerca y siguió robando. Ante la insistencia de su hijo, se cansó, cruzó a su terreno y le preguntó:
—Hijo, no hay nadie extraño, solo estamos tu y yo. ¿Quién me ve?
El niño sollozando avergonzado ante la actitud de su padre le respondió:
—Papá, Dios te ve.
Salva tu alma
Sí, amable lector, Dios te ve. Todo lo ve, incluso lo que te parece insignificante. Por favor no sigas ofendiéndolo.
Cambia tu vida. Salva tu alma.
Es algo en lo que debes reflexionar. Hablamos de tu eternidad.
Es tan serio que la Biblia nos dice que hasta de las palabras que digamos seremos juzgados:
Las peores tentaciones
El diablo tiene predilección por ciertas tentaciones sobre todo las de la carne. Pero hay otras más fuertes que nos hacen caer con más estruendo.
Mi mayor tentación suele ser el desánimo. No sé si te pasa igual. Ocurre en los grupos de la Iglesia cuando sientes que no te toman en cuenta. ¡Qué hábil es el demonio para hacer daño!
Como escritor es una tentación recurrente. La verdad es que no estamos llamados a ver los frutos de nuestros escritos sino a sembrar las semillas de fe y esperanza en los corazones de los demás. Verlas germinar y dar frutos de eternidad le corresponderá a otros, no a nosotros.
Jesús espera más de ti
¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que más le duele a Jesús de nuestras actitudes?
Si supieras cuánto le duele a Jesús cada vez que tu mirada es ocasión de pecado, o tus palabras y pensamientos...
Hagamos lo que Jesús nos pide, dejemos de pecar y caminemos con la mirada puesta en el Paraíso.
En Aleteia te brindamos una receta muy efectiva contra las fuertes tentaciones que sufres. Debes leer este precioso escrito.
¡Dios te bendiga!