Creo que te lo he comentado, me encanta escuchar con detenimiento las homilías de los sacerdotes. Siempre encuentro en ellas historias edificantes, consejos prácticos para la vida y una guía para la salvación de mi alma. Hoy no fue la excepción.
Fui a misa de 6:00 p.m. Y cuando el sacerdote empezó su homilía cerré los ojos para no distraerme y poder memorizar algunas de sus palabras.
Habló sobre la necesidad de confesarnos a tiempo, mientras tengamos vida, ya que nadie sabe cuándo lo llamará el buen Dios a su lado. Contó sobre este hombre enfermo que solía hablar de sus maletas siempre llenas, que tenía al lado de su cama-
—Pero… usted no tiene ninguna maleta— le decían.
—Es una maleta llena de buenas obras. Duermo con ella a mi lado. Pienso llevarla conmigo al Paraíso. Qué tristeza llevar tu maleta y las manos vacías a la eternidad, no tener nada que mostrarle a Dios.
Reconciliarse con Dios
Recordé la historia que me contó una religiosa que cuidaba un enfermo de mal carácter. Había sido un hombre codiciosos dedicado a hacer dinero. Ella le sugirió que se confesara a ver que su muerte se acercaba y el hombre le gritó unas groserías diciéndole que no necesitaba un sacerdote y que moriría igual que vivió. La hermana insistió, pero fue por gusto.
—Deje que le consiga un sacerdote que lo confiese. No importa la vida que llevó. Dios siempre da oportunidades a los que se arrepienten.
No quiso reconciliarse con Dios. Su muerte fue atroz, llena de alaridos y gemidos de espanto.
El pecado ensucia nuestra alma de maneras que ni siquiera imaginamos y es tan fácil limpiarla, fortalecerla, recuperar la gracia santificante y nuestra amistad con Dios. Basta una buena confesión, arrepentidos, haciendo propósitos de enmienda y sobre todo, cumplirlos.
No había terminado de pensar esto cuando el sacerdote narró una historia sorprendente de Don Bosco. Era un santo con grandes dones sobrenaturales. Tuvo sueños en los que veía el futuro y escribió un libro extraordinario que te remiendo conseguir: “Los sueños de don Bosco”. Es una obra muy edificante, en ella narra sus vivencias con Dios, sus sueños y su visita al infierno. ¡Muy fuerte!
Te recomiendo leer su biografía, es enriquecedora, bellísima.
Sabía quién iba a morir
A menudo se veía caminando en medio de las camas de sus alumnos y en el respaldar de éstas había letreros que detallaban datos sobre el futuro de cada uno, sus pecados y el tiempo de ida que le quedaba. Don Bosco solía avisar cuando algún joven estaba por morir. Los reunía a todos y les decía:
—Este mes va a morir un joven en el oratorio cuyo nombre empieza con la letra J. Nadie sabe cuánto tiempo de vida le queda por lo que recomiendo a todos, no solo los que tiene el nombre empezando con esa letra, que se confiesen hagan propósitos de enmienda y pongan sus almas en paz con Dios.
A su ayudante más cercano le confiaba el nombre del joven y le encomendaba estar pendiente de él. Que le avisara cualquier cambio en su salud.
Se dio el caso de un muchacho al que don Bosco le sugirió confesarse, pero no quiso. Eludía a don Bosco y procuraba tomar caminos diferentes. Cuando don Bosco bajaba por las escaleras, él las subía. Una noche fue a su cama y bajo las sábanas encontró una pequeña hoja que decía: “¿Y si mueres esta noche?”. El joven pensó que era una broma de algún compañero. Pero pasadas las horas sintió inquietud y remordimiento. Y fue al cuarto de don Bosco. Tocó la puerta y lo encontró sentado con la luz encendida.
—Te esperaba— le dijo.
El joven se confesó y se marchó a dormir. Por la mañana cuando despertaron a los jóvenes para desayunar, el joven no se levantó. Estaba muerto.
¿Y si hoy te llama?
No caigas en esa fuerte tentación. Sabes que te hace daño y su efecto es colectivo.
No abandones la fe ni tu vocación por cosas mundanas y pasajeras.
Rezamos poco y se debilita nuestra fe. Debes dedicar más tiempo a la oración devota.
Amable lector de Aleteia, ¿Y si hoy te llamara Dios? Ese pecado puede condenarte. ¿Por qué no te confiesas? Salva tu alma.
Puede interesarte… cómo salvar tu alma en el último minuto si no tienes cerca a un sacerdote para confesarte.
¿Te gustaría escribirnos y contarnos tus aventuras con Dios? Te dejo mi email personal cv2decastro@hotmail.com
¡Dios te Bendiga!