El papa Francisco ha dado un consejo a los fieles: Tener cuidado con los imprevistos, los contratiempos, porque Dios se presenta en ellos de manera inesperada. Así ha cambiado la vida a San Ignacio de Loyola y muchos otros santos.
“Un consejo que te doy es que tengas cuidado con los imprevistos. El que dice: 'pero esto no lo esperaba'. ¿Te está hablando la vida ahí, te está hablando el Señor o te está hablando el diablo?”, afirmó el Papa en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles y peregrinos, este miércoles 7 de septiembre de 2022.
“Pero estaba tan tranquilo en casa y 'pum, pum', viene la suegra y ¿cómo reaccionas con la suegra? ¿Es el amor o hay algo más en el interior? Y tú haces el discernimiento. Estaba trabajando bien en la oficina y viene un compañero y me dice que necesita dinero y ¿cómo reaccionaste? Veremos lo que ocurre cuando experimentamos cosas que no esperamos y ahí aprendemos a conocer nuestro corazón mientras se mueve”, sostuvo.
El contratiempo divino
El Papa explicó que “Dios trabaja a través de eventos no planeados”. La casualidad puede esconder la mano del Señor: “me pasó esto, por casualidad conocí a esta persona, por casualidad vi esta película, no estaba planeado pero Dios trabaja a través de eventos no planeados, y también en los contratiempos”.
Entretanto, subrayó este aspecto importante del discernimiento. “Hay una aparente casualidad en los acontecimientos de la vida: todo parece nacer de un banal contratiempo: no había libros de caballería, sino solo vidas de santos”.
“Dios trabaja a través de los eventos no programables, y también en los contratiempos…”.
Por tanto, invitó a reflexionar sobre aquellos momentos en la vida en que la creatividad de Dios golpea nuestras vidas y sin esperarlo.
El discernimiento
“El discernimiento es la ayuda para reconocer las señales con las cuales el Señor se hace encontrar en las situaciones imprevistas, incluso desagradables, como fue para Ignacio la herida en la pierna. De estas puede nacer un encuentro que cambia la vida, para siempre.”
Francisco ha continuado su ciclo de catequesis sobre el discernimiento. En esta oportunidad, habló del ejemplo concreto de un santo: Ignacio de Loyola (1491-1556).
Ignacio estaba en recuperación de su herida en una pierna después de una batalla. No tenía nada más que leer, y se convierte leyendo libros de santos, entre ellos la vida de san Francisco y de santo Domingo, por ende “siente el deseo de imitarles”.
El Papa contó que así leyendo esos relatos “sintió que el estilo de Dios le atraía y lo invitaba a cambiar de vida”.
Así Francisco recordó el pasaje del Evangelio de Mateo: “un hombre que está arando un campo se encuentra casualmente con un tesoro enterrado”. Una situación completamente inesperada (cfr 13,44).
Por último, el Papa saludó a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro. “Pidamos al Señor que nos envíe su Espíritu para que nos ayude a discernir y a reconocer su presencia, aun en las situaciones imprevistas y dolorosas de nuestra vida”.
Acompañado de unos niños en el papamóvil, antes de la catequesis, el Papa saludó ‘sentado’ a los fieles presentes en una Plaza de San Pedro soleada y calorosa. De hecho, durante la lectura de su discurso, se disculpó en algunas ocasiones porque veía ‘poco’ debido a los rayos del sol.
La Audiencia General concluyó con el rezo del Pater Noster y la Bendición Apostólica.