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Si has estado en una ceremonia de graduación de la escuela secundaria o la universidad, sin duda estarás familiarizado con la imponente marcha Pompa y Circunstancia del compositor británico Edward Elgar.
Es interesante que la majestuosa composición se haya convertido en la marcha para acompañar a los graduados por el escenario mientras van a recoger sus honores o a los que van a recoger sus medallas. Pero la historia de cómo llegó a ser esto es bastante singular.
Elgar nació en 1857 en Worcestershire, Inglaterra, y fue uno de siete hijos. Su padre tenía una tienda de música y también era afinador de pianos, lo que permitió el ambiente musical perfecto para el joven Edward. Su madre era una católica conversa que bautizó a su hijo en la fe católica; esto en realidad haría que Elgar se sintiera un poco cohibido cuando intentara hacerse un nombre entre las clases altas británicas predominantemente anglicanas.
Sin embargo, a lo largo de su vida, su fe católica se mantuvo firme y su talento fue reconocido en los círculos reales. De hecho, Elgar recibió el encargo de componer música para la coronación de Eduardo VII en 1902. La pieza se conoció como la Marcha de la Pompa y Circunstancias.
Pero quizás te estés preguntando cómo una marcha escrita para un rey cruzó el Atlántico. Bueno, el recién nombrado caballero Sir Edward estaba ganando renombre por composiciones como Enigma Variations y la pieza coral The Dream of Gerontius (una composición basada en un texto católico que causó un poco de revuelo entre la alta sociedad anglicana).
En Estados Unidos
El amigo de Elgar, Samuel Sanford, profesor de Música Aplicada en la Universidad de Yale, persuadió a un reticente Elgar para que fuera a Estados Unidos. Una vez allí, el músico vislumbró cuánto era apreciado y recibió un doctorado honoris causa en música en aquella prestigiosa universidad. Como señala un interesante artículo de Elgar.org, durante la ceremonia se tocó la “Marcha No.1 de Pompa y Circunstancia”.
El ritmo triunfal pero digno de la música, junto con sus tonos cálidos y sentimentales, impresionó a la multitud. Pronto fue adoptado por otras instituciones académicas.
Curiosamente, al aprender más sobre el compositor, su origen humilde y su fe perseverante a pesar de que estuviera mal visto así como su genio musical, la marcha se convierte en la canción perfecta para acompañar a cualquier graduado que esté a punto de embarcarse en un nuevo y emocionante futuro.
Aquí puedes escuchar la pieza de Elgar: