El templo mundialmente famoso de la Sagrada Familia de Barcelona (España), obra del genial Antonio Gaudí, sigue de nuevo su ritmo de construcción, al recuperarse los ingresos por visitas al templo, tras la pandemia.
Así, según han informado el director general de la Junta Constructora, Xavier Martínez, y el arquitecto director, Jordi Faulí, este año podrán terminarse dos torres de los cuatro evangelistas: serán las torres de San Marcos y San Lucas. Ambas estarán coronadas por sus respectivos símbolos: el león y el buey.
Las torres de los otros dos evangelistas, San Juan y San Mateo, podrán terminarse en 2023. O sea que para el año próximo estarán ya terminadas las cuatro torres de los cuatro evangelistas, que serán las más altas del conjunto del templo, después de las torres de Jesús –la más alta, y actualmente en construcción—y la de la Virgen María, ya terminada, coronada por una estrella muy visible de noche.
Las cuatro torres de los evangelistas serán de una altura de 135 metros. La torre de la Virgen María mide 138 metros, y la torre de Jesús medirá 171 metros. Actualmente, cuenta el arquitecto Faulí, que la torre de Jesús ha llegado al nivel 8 sobre un total de 12. Ahora está a 126 metros de altura.
Según Xavier Martínez, para este año se espera que las entradas lleguen a 3,4 millones, y los ingresos totales de este ejercicio serán de 87 millones de euros. Y de estos 87 millones, solo se han dedicado 24 a la construcción y los 63 restantes a reservas.
Si los visitantes siguen como ahora, ha dicho el director Xavier Martínez, se podrá decir que la obra completa del templo estará terminada el año 2026, en el centenario del fallecimiento de Antonio Gaudí.
Un templo construido por el pueblo
Ahora se trabajará también en las obras de la capilla de la Asunción de la Virgen, y se restaurará la fachada del Nacimiento, la más famosa de todas hasta ahora y construida por el propio arquitecto Gaudí.
Antonio Gaudí, profundamente católico, ya sabía que él no terminaría la obra del templo la Sagrada Familia, pero decía: "el dueño del templo – es decir, Dios – no tiene prisa". Y el coste de la construcción, ya desde el primer momento, quiso Gaudí que fuera cubierto por recaudación popular. Al principio se hicieron rifas, luego cuestaciones en que muchos voluntarios iban por la calle pidiendo por la Sagrada Familia, y ahora por las entradas al templo.
No quiso Gaudí que el templo de la Sagrada Familia fuese del Estado, o del Ayuntamiento o de algún mecenas, sino que fue un templo construido por y para el pueblo, en alabanza y honor a la Sagrada Familia.
Se trata de un templo expiatorio transformado hoy en basílica erigida y bendecida por el papa Benedicto XVI, en noviembre de 2010.
Ahora se puede decir que el templo va a terminar, o estamos muy cerca de terminarlo, a pesar de las contradicciones y vicisitudes que ha tenido su construcción en Barcelona, que ha durado cerca de un siglo y medio.
Por qué no supera (por poco) al Montjuic
El templo empezó a construirse en la fiesta de San José (19 de marzo) de 1882. Han pasado 140 años. En este tiempo han pasado muchos arquitectos, escultores y constructores. Y también muchos contrarios a que se construyera este templo.
"La ilusión – dijo el arquitecto director, Jordi Faulí – sería acabarlo todo en el año 2026, centenario del fallecimiento de Antonio Gaudí".
La torre de Jesús será unos metros más baja que la montaña de Montjuic, la más alta de Barcelona. Cuando se el preguntó a Gaudí por qué no superaba a Montjuic en altura, dijo que "las obras del hombre nunca pueden superar la obra de Dios", al considerar que Montjuic era una obra de Dios.
Gaudí quiso que Barcelona mirara a la Sagrada Familia y fuera a rezar en el templo. Muchos barceloneses esperan que, una vez terminadas las obras, será más accesible ir al templo a rezar y no solo a admirar una obra de arte, como hacen muchos turistas. El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona está en esta línea: el templo de la Sagrada Familia no puede ser solo un lugar turístico.