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La gratitud es tan importante en la vida que incluso la oración más importante se llama "acción de gracias", de la palabra griega "eucharisteo".
En el Evangelio, Jesús plantea cuestiones muy importantes que también abordan el tema de nuestra gratitud:
Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Ser leproso es una de las mayores tragedias de la vida. Además de una terrible enfermedad, esos individuos eran abandonados a su suerte.
No podían tener contacto con otras personas. Por eso clamaban a Jesús en voz alta pidiendo ayuda desde lejos.
Jesús les dijo que se presentaran ante los sacerdotes porque así lo exigía la ley. Los sacerdotes eran los encargados de evaluar si los leprosos estaban realmente libres de lepra y podían volver a la vida normal.
Los diez leprosos del pasaje evangélico confiaron en Jesús y, mientras caminaban, fueron curados.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano.
El samaritano dio las gracias a Jesús. La palabra utilizada aquí es "eucharisteo". La misma de la que deriva la palabra Eucaristía.
¿Qué ocurre cuando damos gracias a Dios?
Así que cuando venimos a la Eucaristía somos como el samaritano que vino a dar las gracias a Jesús.
A Jesús no le preocupa el aplauso de la gente, sino mucho más. Le preocupa que la persona entre en relación con Dios, porque eso es lo que nos hace felices. Quien agradece, se dirige a Dios.
Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?”.
El extranjero agradecido
Jesús también avergüenza a los creyentes respetuosos de la ley. Llama extranjero al samaritano curado, literalmente bajo el griego "allogenes" ("allos" - otro, "genes" - nación).
Este es el único lugar donde aparece esta palabra en el Nuevo Testamento. Era conocida por los judíos porque aparecía en una inscripción en el muro que rodeaba el patio del templo de Jerusalén.
Según esta inscripción, un extranjero, es decir, un no judío, no podía entrar en el patio. La pena por hacerlo era la muerte. Así, quien no podía acercarse al templo avergonzaba a los creyentes en el Dios Único.
Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.
¿Tengo tiempo para dar las gracias?
Jesús no sólo trata de curar el cuerpo, sino de algo más. Por eso dijo estas palabras.
Cicerón escribió que la gratitud no sólo es la mayor virtud, sino la madre de todas las demás virtudes.
¿Cómo expreso mi gratitud a Dios y a las personas? ¿Tengo tiempo para Dios, mis padres, mi familia? ¿Tengo también tiempo para mí? ¿Estoy en la Eucaristía cada domingo para dar gracias por toda la semana?