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Artemisia Burnham nació en Colima, México. Actualmente vive en Estados Unidos, en Carolina del Norte. Sus talentos la han llevado desde ser voleibolista profesional a modelo de pasarela y revista, hasta actriz de comerciales en Estados Unidos.
Tuvo propuestas para protagonizar comerciales indecentes, pero ella consideró que contradecían sus principios católicos. Esto la llevó a dejar el modelaje y la actuación para ciertas marcas que le pedían posturas vulgares.
De profesión maestra, Artemisia ha pasado por todos los niveles escolares desde kinder, primaria o maestra de niños especiales hasta maestra de preparatoria en Estados Unidos.
Vivió varios años alejada de Dios, conviviendo con su novio, pero el dolor de no poder comulgar la motivó a vivir en castidad. Y lo que pasó después es una hermosa historia de amor…
-¿Cómo fue tu camino de castidad?
Empecé a pedir a Dios un hombre con ciertas cualidades, y yo le decía: "Quiero tener un esposo que Te amé más de lo que yo Te amo a Ti, Señor".
Yo me consideraba católica de hueso colorado. Yo pedía: "Un güero (de piel clara) de ojos azules, y lo quiero bien católico y entregado a Ti". Estuve rezando bastante tiempo, años.
Después de terminar la universidad se me presentó la oportunidad de ir a Estados Unidos y conocer a otra persona, que hoy es mi ex. Este hombre me dijo que ahí era muy común que vivieras con tu pareja antes de casarte. Y entré en un conflicto porque para mí vivir en unión libre no era correcto y sabía que no podría comulgar.
Sin embargo, a pesar de eso, decidí vivir con mi novio, y todos los domingos iba a Misa y lloraba, porque yo sabía que estaba en pecado; porque sabía que estaba alejándome más de Dios. Y, sobre todo, porque estaba eligiendo a un hombre antes que mi propia felicidad con Dios.
"Bendito sea Dios, tuve la fuerza para salir de esa relación"
Fue muy difícil para mí. Mi propia pareja me decía que era una hipócrita por estar en una relación así. A fin de cuentas era una relación bastante tormentosa porque no era feliz; y, bendito sea Dios, tuve la fuerza para tomar la decisión de salir de ella. Finalmente, Dios me dio lo que yo necesitaba para salir, me dio ese empuje.
Salí de esa relación y vi tristemente todo el daño que me causé yo misma por haberme permitido decir: "Estoy en Estados Unidos, es normal, ¿por qué no?".
"Si quieres para mí el matrimonio, guíame"
Pasó el tiempo y, cuando ya había sanado, pensé: "Esto al menos me va servir para aprender qué es lo que no quiero en la vida". Y ahí es cuando empieza mi conversión, a elegir la castidad. Y le dije a Dios:
Y le ofrecí mi castidad. Hice un compromiso con nuestro Padre amado, hice un retiro; y al final me puse un anillo de castidad y le prometí a Dios que jamás me lo iba a quitar hasta que llegara el hombre correcto.
-¿Te llegaste a embarazar cuando estuviste con esa pareja?
No. Nunca me llegué a embarazar, pero siempre he tenido la ilusión de ser mamá. Dios tiene sus planes.
-¿Cómo fue cuando ya pudiste comulgar?
Este novio que tuve por años fue el único novio desde que llegué a Estados Unidos. El tener la idea de que era normal vivir juntos fue un choque bastante fuerte para mí; pues piensas que estás formando tu propia familia, cuando en realidad estás pidiéndole a Dios y trabajando para el diablo. Dios no puede actuar si no eres fiel a Él.
Entonces yo tenía la idea de que "le pido a Dios, pero sigo viviendo en pecado". Lo cual es un daño que te causas tú solo: vives en tinieblas y, por más que trates de salir tú sola, no vas a poder si no le pides de corazón el poder cambiar.
Cuando viví esa parte, me costó mucho. Fueron seis años. Seis años que viví bastante mal emocional y físicamente. Lo pude ver, pues bajé mucho de peso porque traía demasiadas preocupaciones.
Cuando terminó la relación y comencé a vivir en castidad, cuando tuve la conversión y me consagré a Dios, podían decir: "¿Cómo, en castidad a los 33?", y tenía miedo de que me fueran a criticar por mi edad. Entonces, yo me dije: "La próxima persona que entre en mi vida va a ser exactamente lo contrario de lo que ya viví".
Me puse mi anillo y dije: "A quien conozca, le guste o no, así voy a ser y voy a seguir siendo fiel a los principios con los que fui criada".
Entonces encontré a quien ahora es mi esposo, empezamos a salir y fue divino el momento en que lo conocí.
-¿Dónde lo conociste?
Lo conocí en CatholicMatch, que es una página para católicos. Cuando yo me salí de la anterior relación, le empecé a pedir a Dios en Misa: "Yo quiero a alguien católico, y lo tengo que encontrar aquí, en la iglesia".
Pero pasaron meses y meses, y no podía preguntarle a mis amigas, pues no eran católicas o no practicaban la fe. Entonces era muy difícil preguntarle a alguien, porque aquí no hay tanto católico. Fue complicado conocer a un católico.
En una de las veces que leía los boletines de la iglesia, vi información sobre CatholicMatch, que es para católicos que quieran buscar amistad o una relación en pareja. Pero, para mí, conocer a alguien por internet estaba mal visto.
Pero hubo un punto en que no tenía opción si quería conocer a un católico. Para ese entonces yo estaba en un grupo de voleibol y ahí conocí a varios amigos, y había alguno que otro, entre ellos un abogado, pero no era católico.
Entonces entré a CatholicMatch y no encontré a nadie, así que traté de cerrar la cuenta en varias ocasiones. La última semana fue algo muy curioso, porque trataba de cerrar la cuenta y algo me interrumpía.
Al final de la semana salí de trabajar y estaba tratando de cerrar la cuenta para cancelar todo, y en eso me salta la foto de Nick, mi ahora esposo; y decidí ver un poco más en su perfil y era tal cual lo había pedido. Y me enamoré, no de su foto sino de su descripción.
Antes de esto quiero decir que yo estaba muy deprimida porque en un partido de voleibol me había torcido el tobillo y lloraba porque ya no iba a poder jugar ni a ver a mis amigos.
"Lo quiero conocer"
Pero cuando leo su perfil y veo a un hombre en silla de ruedas sonriendo, pensé: "¿Por qué está tan feliz?". Y cuando leo su descripción yo dije: "Lo quiero conocer". Porque en esa descripción él cuenta cómo fue que se lastimó: se quebró la espalda y, después de siete años de rehabilitación, pudo caminar con ayuda de unos soportes.
Pero al ver esa franqueza de quién era y de las cosas que le gustaban, dije:
"Lo quiero conocer, quiero saber de dónde viene tanta felicidad, porque yo tengo una torcedura y me siento mal y estoy deprimida, y él está en silla de ruedas".
Ahí entró un gusanito que decía: "Conócelo". Le di like a sus fotos y de repente veo que él se conecta y le mandé el primer "hola". Entonces esperé y esperé, y mi corazón estaba acelerado. No me contestaba, y decidí cerrar la cuenta.
Cuando iba a cerrar la cuenta...
Pero, cuando iba a oprimir el botón para eliminar la cuenta, apareció su mensaje.
Entonces empezamos a tener contacto. Empezamos a hablar como a las siete de la tarde y nos dieron las tres de la mañana chateando, y yo estaba muerta de la risa por todo lo que me decía. Fue muy gracioso.
Después él me dijo que había entrado para borrar su perfil también, porque ya lo tenía desde hacía meses y no había conocido a nadie.
Seguimos hablando, los dos cerramos la cuenta y me pidió mi número para hablar por teléfono.
En una de esas pláticas se me vino una frase que yo había leído, que decía: "Dios te va a dar su mejor regalo en una envoltura diferente”. En un momento de oración sentí que Dios me dijo: "Sí, éste es el hombre para ti". Yo se lo quería decir a Nick.
-¿Cómo fue que te decidiste por él?
Como a las dos semanas de que estaba saliendo con Nick, me entró esta idea: "A mí me encanta hacer deporte, salir y bailar, y con él no lo voy a poder hacer". El diablo conoce y sabe por dónde llegarte. Y yo no sabía qué hacer, porque por otro lado estaba el chico voleibolista, abogado, que también me buscaba.
"Él tocó a mi puerta"
Entonces me puse a orar porque yo no sabía que él era el hombre para mí, solamente estaba interesada en él. Y en eso tocaron la puerta.
Yo vivía en un tercer piso y, cuando abrí la puerta, estaba Nick con un ramo de rosas, y ahí se me salieron las lágrimas, pero no por el ramo de rosas, sino por cómo había subido, porque no había elevador, el anda en silla de ruedas.
Entonces, al verlo entrar, fue cuando dije: "Dios mío, me estás dando una respuesta inmediata".
Me sentí mal de no darle la oportunidad a alguien por las ganas que tenía de salir a bailar. Él puede caminar con unos aparatos, pero es pesado.
-¿Qué fue lo primero que te dijo?
"Hola". Y empecé a llorar. Fue tan romántico como doña Florinda y el profesor Jirafales (Risas). Entró y ahí ya no tuve dudas y lo abracé.
Era algo distinto a lo que había vivido. Desgraciadamente tenemos la creencia de que, para poder vivir una relación y conocer a tu pareja, tiene que haber relaciones sexuales, cuando no es así.
Yo aprendí a mis 33 años que, cuando el amor lo vives en castidad, realmente conoces a la persona porque percibes cómo puede reaccionar en muchas circunstancias.
Por ejemplo, con la relación anterior decía: "Los problemas se arreglan en la cama". Y ahora digo: "No, es que tenemos que hablar". Y, cuando no comulgas con esa idea, es desastroso y es horrible. Sin embargo, estando en castidad, cualquier roce se resuelve hablando.
-¿Qué pensó Nick de la castidad?
Él, cuando me vio el anillo, me preguntó de qué era. Entonces yo le dije que era un anillo de castidad, que venía de una relación larga y que había vivido con una persona por muchos años. Fui muy honesta con él y le dije que aprendí mucho de qué es exactamente lo que no quería y que si íbamos a iniciar una relación, yo no pensaba tener relaciones íntimas.
"Quería ser fiel a Dios"
Le dije que no era porque yo fuera pura y santa, sino porque quería serle fiel a Dios. Yo creí que iba a decir "hasta aquí". Pero se me quedó viendo y me dijo: "Es exactamente lo que yo estoy buscando, yo no quiero tener relaciones hasta el matrimonio". Íbamos todos los domingos a Misa y me encantó tener ese acuerdo delante de Dios.
Le pedimos a Dios que nos ayudara a permanecer en la castidad hasta que llegáramos al matrimonio. Y así fue. Fue muy bonito tener ese compromiso, y crecimos espiritualmente, aunque él ya venía con una fortaleza espiritual impresionante, y hasta la fecha puedo decir que él es mi mentor.
Él tiene unos conocimientos muy amplios en educación católica. Él viene de un catolicismo tradicional y me encanta: vamos a la Misa en latín y sigo creciendo en la fe, gracias a Dios.
-¿Cómo han acoplado sus actividades a lo que a ti te gusta?
Hemos ido a muchos conciertos. En una de las ocasiones, ya cuando nos comprometimos, en el vals lo ayudé a que tratara de bailar, pero aparte de que tiene dos pies izquierdos no se le daba mucho. Pero me encantó que tuvo la disposición de estar tratando de moverse, de bailar, y dije: "No, no, por quedar bien con los demás, no".
Una cosa suple otra cosa, y no siempre vas a tener todo lo que tú quieres en la vida, Dios te da otras bendiciones.
Los dos estamos muy agradecidos por todo lo que Dios nos ha permitido vivir. Pero, sobre todo, algo que me encanta de él es que siempre me dice: "Recuerda que nuestro objetivo es ayudar al otro a ir al Cielo, nuestro objetivo es trabajar para ir al Cielo".
Siempre que me pasa algo en el trabajo él me dice: "Da un paso hacia atrás, ve la película completa y fíjate si esto te va a ayudar a ir al Cielo". Y eso me encanta, que nos estemos recordando cuál es nuestro objetivo.
Infertilidad
-¿Cómo han logrado superar el no poder ser padres?
Es muy difícil, porque es un tema tabú. Muchas mujeres sufrimos la infertilidad y, en nuestro caso, no hay nada que diga "ésta es la causa de la infertilidad". Hemos ido a cantidad de doctores y "todo está bien". Entonces ya llegamos a un punto en donde entendimos que Dios tiene un propósito y, obviamente, como mujer, he llorado.
Ahora entendí que no es que Dios no escuche o no es que Dios no quiera darte algo o te falte fe. Si tú estás pidiéndole a Dios que te ayude en algo, Él está buscando lo mismo que tú, que tu alma se salve.
Una respuesta distinta
Ha sido difícil no tener una respuesta médica y hemos hecho miles de cosas y no hemos tenido la gracia de tener hijos todavía. Sin embargo, esta última vez que fui a Colima, Nick ya me había dicho que estaba abierto a la adopción; pero yo me negaba, y entendí que tal vez Dios quiere que sea madre adoptiva y yo me estoy cerrando a la oportunidad.
Hace dos fines de semana, estando en Misa, se expuso el Santísimo y me llenó tanto que le dije: "Tú dime si quieres que sea la adopción". Sentí que nuestra Madre Santísima, que también estaba ahí, me dijo: "No te preocupes, la adopción es lo que queremos", y tuve esa paz y la certeza de que está por ahí. En esas estamos, en buscar la adopción.