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Encontrar una perla en una almeja... uau. Eso sí que es suerte, ¿verdad? Algo que no merecemos, que es maravilloso y que aparece en nuestra vida por sorpresa. Un regalo.
Eso es lo que le ocurrió a Scott Overland estando de vacaciones en Delaware (Estados Unidos), ese pequeño estado del Noreste cuyas costas baña el Atlántico.
Scott fue a un restaurante con su familia y, junto con otros platos, pidieron unas almejas. Nada más lejos de su pensamiento que hallar un tesoro en el plato.
De repente, en una de las almejas encontró un bulto esférico. Era de color morado. Lo inspeccionó y rápidamente vio que se trataba nada menos que de una perla.
No es común encontrar perlas en la costa Norte del Atlántico. Las perlas naturales se han encontrado tradicionalmente en el Golfo Pérsico, el Golfo de Manaar, el Mar Rojo y en las costas de Japón y la India. Pero en Estados Unidos, no. Y en el plato de un restaurante, menos.
De hecho, Scott ha contado a los medios de comunicación que todos vieron "una hendidura en el caparazón" de una de las almejas, pero no le dieron mayor importancia. En cambio, cuando ya estaba comiendo, notó algo en la boca parecido a un caramelo. Luego comprobaría que coincidía con aquella hendidura del caparazón.
Scott y su familia miraron la perla con sorpresa y curiosidad, porque además era de color morado y no blanca ni grisácea. Tenía color morado.
Más valor de lo que pensaban
Así que la curiosidad les movió a buscar por internet qué era aquella perla morada. Fue entonces cuando Scott se dio cuenta de que lo que acababa de encontrar tenía, según alguna web, valor de unos 1.000 dólares.
"Nos fuimos de vacaciones esperando traer de regreso una camiseta o una taza. Nuestros hijos habían comprado algunos cangrejos ermitaños", comentó divertido. Y es que se llevaron también la perla morada sabiendo que era de gran valor.
Ahí no queda todo. Cuando Scott fue a un especialista para que valorara la perla, este le dijo que su precio de mercado podía estar no en los 1.000 sino cerca de los 4.000 dólares.
Sin haberlo buscado, Scott y su familia regresaron a casa con un tesoro.
Este suceso recuerda a lo que le ocurrió hace dos años a un matrimonio español, Joaquín y Noemí, que fueron a un bar a celebrar su aniversario de boda y también en una almeja descubrieron una perla, en ese caso una perla negra.
La parábola de la perla de gran precio
En ambos casos, lleva a ver que es muy actual aquella parábola que emplea el Señor en el evangelio:
Han transcurrido veinte siglos y el evangelio sigue siendo actual: las perlas siguen teniendo mucho valor y nosotros nos podemos aplicar esta lectura a valorar el regalo que supone el Reino de los Cielos. La alegría de descubrirlo es enorme y vale la pena hacer lo que sea por alcanzarlo.