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«Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica, apostólica…y perseguida», recordó en una reciente entrevista exclusiva con Aleteia el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes desde Roma.
En esa conversación que mantuvo con el corresponsal en el Vaticano Ary Waldir Ramos Díaz, Brenes recordó que «hay diálogo» con el gobierno de Ortega y que «la Iglesia trabaja silenciosamente» en medio de las dificultades.
No obstante, las palabras de Brenes también confirman y dejan de manifiesto algo que ha generado también conmoción a nivel internacional: la férrea y creciente persecución a la Iglesia y a los fieles en Nicaragua durante los últimos años.
En ese sentido, el medio local Confidencial publicó este 2 de noviembre un informe titulado «Orteguistas graban y asedian a sacerdotes “fichados” en Nicaragua».
El trabajo periodístico parte del ejemplo de un sacerdote de nombre «Carlos», que era vigilado por la policía orteguiesta en medio de lo sucedido el 1 de agosto cuando un contingente ingresara con violencia a la parroquia Jesús de la Divina Misericordia en Sébaco con el cerco al sacerdote Uriel Vallejos (actualmente en el exilio).
«Decile a tu curita que si no se calla, lo vamos a cambiar de lugar», fue el mensaje que una feligrés recibió de parte de la Policía -y que posteriormente le comentó a «Carlos»- durante al asedio a una casa cuando se realizaba el rezo del rosario.
«Fue la primera amenaza que recibí en el mes de agosto, ya así, de una manera directa», expresó «Carlos», quien ha vivido la persecución del régimen desde 2018 en dos parroquias diferentes, agrega Confidencial.
Cuatro formas de persecución
Pero fue el propio «Carlos» quien, bajo anonimato, compartió con ese medio las estrategias del régimen de Ortega para intimidarlo, algo que de alguna manera se replica en otros casos.
«Carlos» fue fichado por la Policía desde el año 2018 cuando no se calló ante las violaciones a los derechos humanos en el marco de la represión contra la rebelión cívica de ese año. Desde ese momento, las amenazas aumentaron, sus homilías eran grabadas, entre otras acciones.
«Carlos» distinguió cuatro formas de acoso del régimen de Ortega a sacerdotes y fieles. En primer lugar, fotografiar a la feligresía en las procesiones (algo que aconteció desde antes que algunas fueran prohibidas). En segundo lugar, mayor presencia policial en torno a la iglesia. Con respecto a esto, con la presencia de policías en los extremos del templo, de alguna manera generando temor.
En tercer lugar, prosigue «Carlos», fotografiar a los católicos al salir de la misa. Esto también genera temor en quienes acuden al templo. Por último, el asedio en casas de grupos parroquiales. En este último ejemplo, un accionar que va más allá de la iglesia y que tiene que ver con lugares de reunión de los miembros de comunidades eclesiales para rezar, donde también se toman fotografías o se los exhorta a que no se sigan congregando.
Hostigamiento y detención de varios sacerdotes en pocos meses
En Nicaragua persiste desde el mes de junio el clima de máxima tensión contra la Iglesia, a la que Ortega ha calificado de «dictadura perfecta».
En medio de esto, prosigue la incertidumbre con respecto al obispo de la diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, quien lleva tres meses detenido. La misma situación de preocupación acontece con sacerdotes y laicos que acompañaban al obispo cuando estaba en la casa curial (acusados de «conspiración» y «propagación de noticias falsas»).
Pero la lista de miembros vinculados a la Iglesia detenidos en el primer semestre de 2022 era mayor (11 en menos de seis meses, recordaba otra nota de Confidencial).
Todo esto en medio de episodios que han agudizado la mirada sobre Nicaragua. Entre ellos la salida del país en marzo del nuncio apostólico Waldemar Sommertag. La propia expulsión de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta en julio. Similar la prohibición de famosas procesiones religiosas (Virgen de Fátima, San Miguel Arcángel y San Jerónimo, entre otras).