Francisco es un gran apasionado de este deporte y sabemos que su club favorito es el San Lorenzo de Almagro (Argentina). Pero hasta ahora, el único Papa que ha presenciado un partido de fútbol en un estadio como jefe de la iglesia ha sido otro amante de este deporte: San Juan Pablo II.
Fue en octubre del año 2000 cuando el Papa Wojtyla fue al Estadio Olímpico de Roma para disfrutar un partido que, con motivo del Jubileo de los Deportistas, enfrentó a la selección de Italia contra un combinado de jugadores extranjeros. Entre ellos destacaban: el argentino Gabriel Batistuta, el brasileño Cafú, el checo Pavel Nedved y el ucraniano Andriy Shevchenko.
Juan Pablo II era un gran aficionado del deporte en general. Y en cientos de discursos habló sobre la relevancia y beneficios de su práctica, tanto en lo físico como en lo mental y espiritual. Además, él mismo jugó fútbol cuando era joven, antes de dedicarse a la vida religiosa, y dicen que era un excelente arquero.
Incluso, uno de sus ex compañeros de equipo, su amigo y médico judío Jerzy Kluger, dijo que muchas veces hacían partidos de cristianos Vs. hebreos. Y, cuando estos últimos no tenían suficientes jugadores, Wojtyla jugaba con ellos. Igualmente, bendijo el balón con el que se jugó el partido inaugural del mundial de Italia en 1990.
San Juan Pablo II era un gran defensor de las virtudes que cualquier persona puede aprender de este deporte. Y pensaba que "el fútbol es un método excelente para promover la solidaridad en un mundo afectado por las tensiones raciales, sociales y económicas". (diciembre 2000, al recibir a una comisión de la FIFA). Una idea que deseaba transmitir siempre en los grandes eventos deportivos, desde juegos olímpicos hasta mundiales de fútbol.
Hace unos días, el Papa Francisco también compartió este mismo mensaje, diciendo que espera que el mundial que se está llevando a cabo ahora en Qatar "sea una oportunidad de encuentro y armonía entre las naciones, favoreciendo la fraternidad y la paz entre los pueblos".