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Las celebraciones navideñas en los países de América Latina son únicas por sus tradiciones y espiritualidad. Las más conocidas son las posadas, en algunos países conocidas también como "Novena de Aguinaldos". Pocos saben, sin embargo, que estas tradiciones fueron inspiradas por la misma santa Teresa de Ávila.
Las Posadas son fiestas populares que caracterizan la Navidad en México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá.
Oficialmente, se celebran durante los nueve días de preparación a la Navidad; es decir, del 16 al 24 de diciembre. Sin embargo, es común comenzar con estas celebraciones desde inicios de diciembre.
Estas celebraciones recuerdan la peregrinación de María y José desde Nazaret hasta Belén, donde buscaron "posada" para alojarse y esperar el nacimiento del niño Jesús.
En Colombia, Venezuela y Ecuador se celebra la Novena de Aguinaldos, fiesta religiosa muy similar, asimismo llena de folklore, música y alegría.
Origen histórico
Las Posadas llegaron al nuevo mundo con los monjes españoles. Si nos basamos en la documentación existente, en 1587, el papa Sixto V concedió permiso al superior del convento de San Agustín de Acolman, Fray Diego de Soria, para celebrar en la Nueva España misas llamadas "de aguinaldos", del 16 al 24 de diciembre.
Para hacerlas más atractivas y amenas, los misioneros añadieron la representación de la solicitud de "posada", por parte de María y José. También luces de bengala, cohetes y villancicos, y posteriormente, la piñata.
En el siglo XVIII, la celebración, aunque no dejó de realizarse en las iglesias, pasó a tomar más fuerza en los barrios y en las casas. Y la creatividad del canto popular pasó a animar estas celebraciones.
Una manifestación de amor de Teresa de Ávila
Los monjes evangelizadores trajeron a América una costumbre que santa Teresa de Ávila había promovido incansablemente muy pocos años antes entre las comunidades de monjas carmelitas que ella fue fundando.
Como explicaba "la Madre", las Posadas tenían como objetivo reparar de algún modo el desdén de los habitantes de Belén para con la Sagrada Familia y disponer a las monjas a la celebración del nacimiento del Salvador.
Pedir posada como santa Teresa
Isabel Bautista, en los Procesos de beatificación de santa Teresa de Jesús, aportó este testimonio:
"Hacía en ella una procesión por los dormitorios con la imagen de nuestra Señora y de San José, de quien era devotísima y enseñaba a las antiguas sus coplillas; y en otras decía y alentaba con esta coplilla a las religiosas: ‘No durmáis, hermanas, / mirad que viene / la que a Dios por Hijo tiene’. Y con esta devoción y alegría iba a todas pidiendo posada para el Niño, para la Madre y para el esposo San José".
La experta en asuntos teresianos María del Pilar de la Iglesia ha recogido testimonios tanto de primera mano como de historiadores, quienes revelan:
"Fue en el convento de San José donde la santa estableció la costumbre de llevar por toda la casa a la Santísima Virgen y a San José pidiendo posada. Las monjas le reciben en sus celdas y le ofrecen sus corazones".
El Adviento de las descalzas
"Para esta procesión ella sacaba el tambor, silbatos y sonajas para componer villancicos, y hasta permitía el baile.
Claro que aquellas hijas suyas, muy olvidadas de todo lo que era mundo, no sabían de bailes y, a decir de los testigos de vista, su baile consistía en dar palmadas y discurrir con más fervor que elegancia".
La costumbre de santa Teresa de Ávila ha continuado en la historia. Las hijas de santa Teresa han seguido viviendo estas tradiciones. Manuel Bohodón explica:
"Las descalzas durante el Adviento, llevan en festiva procesión y cantando al Niño Dios de celda en celda. Permanecerá un día con cada religiosa.
Ese día, la afortunada ‘hospedera’ y posadera tendrá buen cuidado de disponerle tal acogida que le haga olvidar el desprecio inferido en la primera Nochebuena.
Mientras tanto, entre todas, con el mayor cariño del mundo -que todo es amor- le irán preparando con gusto y mimo, la Hora: Una dispondrá el portal, otra la cuna… el ajuar…".
El sentido cristiano de la piñata
Podemos concluir con una nota de color que la piñata no está necesariamente ligada a la santa de Ávila, pero que muestra cómo su espíritu se ha adaptado a América.
Incluso "el juego de los juegos", la famosa piñata, organizado para los niños y adoptado también por los adultos, está inspirado por los primeros monjes evangelizadores.
Dado que la piñata ya existía en la América prehispana, los monjes le imprimieron un sentido cristiano, dándole la forma de una estrella de siete picos (cada pico representa un pecado capital) que con sus vivos colores y oropeles seduce al alma inocente para llevarla al pecado.
La persona que golpea la piñata, con los ojos vendados, representa al creyente que con la virtud teologal de la fe (esta virtud se suele representar así en la iconografía católica) vence al pecado recuperando el don sobrenatural de la gracia (dones de Dios necesarios para alcanzar la salvación) representados por la caída de frutas y dulces.