El Padre Pío es uno de los santos que más ha manifestado el don de producir milagros. Su misma persona era ya un milagro de santidad, como tantos escritos lo testimonian. Y entre sus dones, también se encontraba el de tener un estrecho contacto con el "Más Allá".
El santo podía saber cuándo una persona iba a morir, y hasta podía obtener una prórroga de la muerte si era necesario.
Escritos atestiguan que había visitado el purgatorio y que estaba en contacto con las almas que se encontraban allí.
Padre Pío podía saber cuánto tiempo permanecería esa alma en el purgatorio, rezaba constantemente por ellas y tomaba sobre sí sus sufrimientos.
Estos son algunos testimonios que atestiguan estos dones del santo:
Después de la Misa y la acción de gracias, el Padre Pío llamó aparte a un hombre y le dijo: "Amigo mío, en una semana dejarás este mundo. ¡No tengas miedo! Prepárate humildemente. Siempre estaré cerca de ti y yo mismo te acompañaré al cielo". El hombre murió después de exactamente una semana, y había alegría a su alrededor 'porque ciertamente se habrá hecho realidad que fue al Cielo'.
Rey Jorge VI de Inglaterra
En la tarde del 20 de enero de 1936 en la habitación del Padre Pío estaban el Dr. Sanguinetti y el Padre Aurelio de Sant'Elia a Pianisi quienes declararon el hecho. Mientras los tres conversaban, en cierto momento el Padre Pío interrumpió la conversación, se arrodilló y dijo: 'Oremos por el Rey de Inglaterra que pronto comparecerá ante el tribunal de Dios'. Los tres comenzaron a orar en silencio.
La explicación la tuvieron a la mañana siguiente cuando supieron por la radio y por los periódicos que Jorge VI, Rey de Inglaterra había muerto.
Padre Pío podía posponer la muerte de una persona
Don Pierino: 'Padre, una señora de Martina Franca, enferma de cáncer, tiene los días contados y le pide que ore por ella'.
El Padre Pío mira hacia arriba y luego dice: '¡Está bien! El Señor te concede una prórroga'.
Nueve años después
'Padre, esa señora está enferma otra vez'. Padre Pío: 'Di una extensión, no una curación definitiva'. La señora murió después de menos de un mes.
Purgatorio, Infierno y Paraíso
Padre Alessio: 'Parecía que todos estaban convencidos de que el Padre Pío tenía conexiones con el otro mundo o que podía tener noticias directas del más allá'.
Don Pierino: 'Padre, un amigo murió de un infarto: ¿se salvó? ¿Dónde está?'
Padre Pío: 'Se salvó pero tiene que pasar por un largo Purgatorio. Oremos, oremos mucho'.
El Padre Alberto D'Apolito relató que Mons. Alberto Costa, Obispo de Melfi, en 1922 mientras conversaba con el Padre Pío le preguntó si alguna vez había visto un alma del Purgatorio. Padre Pío respondió: 'He visto tantas que ya no me asustan'.
La Signora Birulli de Cerignola preguntó: 'Padre, ¿no me puede dar una idea del Purgatorio?' Padre Pío: 'Hija mía, las almas del Purgatorio quisieran arrojarse a una fuente de fuego terrenal, porque para ellas sería como una fuente de agua dulce'.
"Vaciemos el Purgatorio"
Sobre el infierno: 'Yo bajé allí entre esos miserables y (Dios) me hizo sentir las penas que sufren los condenados'.
El Padre Pío tenía el don de saber si una persona ya estaba en el Cielo, y de poder acompañar a las almas al Cielo.
Don Pierino fue al Padre Pío con el magistrado del pueblo. La hermana del magistrado había muerto el año anterior y el Padre Pío había dicho que estaba en el purgatorio. Esta vez el Padre Pío dijo: 'ya está en el cielo'.
Anna Tremigliozzi completó su carrera de enfermería en Nápoles y permaneció allí para ejercer su profesión durante dos años.
El Padre Pío la llamó a San Giovanni Rotondo para trabajar en el nuevo hospital Casa Sollievo. Ella tenía 22 años. Después de un par de años contrajo la epidemia 'asiática' y murió.
Todos en la familia estaban angustiados y pensaron que aún podría estar viva si no se hubiera ido de Nápoles.
El Padre Pío dijo a sor Vincenza, la hermana de Anna: '¿Dónde crees que está tu hermana? ¡La enviamos al Cielo!'
Sor Vincenza comenzó a repetirse a sí misma: 'Quién sabe lo que hubiera sido de mi pobre hermana si se hubiera quedado en Nápoles'.
Todos estos testimonios y muchos más han sido recogidos por la familia de un amigo de Padre Pío, el doctor Giuseppe Caccioppoli.