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Más allá de la pareja, hay personas y situaciones que tienen mucho que ver con ella. Los hijos, la familia extensa, los amigos y amigas de cada uno, las aficiones, el trabajo, las expectativas... ¿Cómo gobernar ese sinfín de agentes externos que al final acaban por tomar el mando si uno no vigila? Nacho Tornel decidió escribir un segundo libro para dar pautas sencillas pero muy útiles a las parejas.
Si el primero se llamaba Enparejarte, ahora le toca el turno a Relacionarte. El arte de convertir tu pareja en una alianza imbatible (editorial Planeta), porque habla del arte que se necesita para que la pareja sea indestructible.
-¿Qué quedó en el tintero que ha hecho que escriba este segundo libro?
Enparejarte abordaba los pilares, lo nuclear de la pareja. Ahora hablo de lo exterior: las mareas de la vida, los hijos, el cuñado, la suegra, el trabajo, los amigos... Son complementarios.
Llevo 17 años recibiendo a parejas en mi despacho. Son parejas con problemas, claro, y lo que no funciona, lo que traen bajo el brazo, es: los hijos, la relación con la madre o la suegra, el trabajo... Todo eso que en principio puede ser muy positivo, incide y puede llegar a desestabilizar.
Hablemos... del cuñado y la suegra
-¿Ese cuñado o esa suegra de los que tanto bromeamos pueden hacer daño real?
Es una realidad. Hablar del cuñado o de la suegra con los típicos chistes tiene gracia hasta que se te hiela la sonrisa. Son cosas que percuten en la familia, o sea, que la golpean, y se necesita reconducir la situación.
Hay varias líneas rojas que hay que ir detectando para que no vuelvan a suceder. Por ejemplo, alguien te ha hecho comentarios desafortunados y el cónyuge (que es su familiar de sangre) no interviene para cortarlos de raíz. Hay que hablarlo, pedirse perdón y decidir que no volverá a ocurrir. Si eso no se soluciona, la bola se hace cada vez mayor.
-Cuando alguien se casa, es posible que llegue con "mochila": la relación con determinadas personas, por ejemplo, un tío enfermo, hijos...
Hablamos de familia que va unida a uno de los cónyuges. Son personas que tú ya llevas en el corazón. Tú quieres mantenerlos, por supuesto que sí. Pero eso provoca interferencias a veces: cuando no se prioriza a la familia, cuando se permite que opinen sobre temas que corresponde a la pareja... Ahí hay que establecer qué es lo razonable y frenar lo que no ayuda.
-De entrada, la familia ayuda a la estabilidad de la pareja, pero usted explica que no siempre esto es así.
El tejido familiar es un tesoro. Es bárbaro, no sé qué haríamos sin la familia. Pero esa es la cara positiva. En cambio, está la cruz cuando hay exceso de incidencia. Por ejemplo, cuando nos obligamos todos los domingos a ir a comer a casa de un familiar. Son hipotecas que lastran. Ahí recomiendo 'sed espontáneos, libres'. No hace falta ir necesariamente todos los domingos. Así que pensemos si algunas obligaciones que nos hemos creado están haciendo daño a nuestro matrimonio más que hacernos crecer.
"Somos pareja antes que padres"
-Los hijos, ¿cual es el problema con ellos? Usted habla de ellos como parte de un primer círculo exterior a la pareja. ¿Hay que subrayar lo de 'exterior'?
Los hijos son un primer círculo exterior, sí. Es cierto que la parentalidad une a la pareja, pero es cierto que también pueden ser motivo de confrontación y de disputa. ¿Cómo enfocarlo? A las parejas les digo algo fundamental: que somos pareja antes que padres.
Esto quiere decir que los hijos van detrás cronológicamente y en prioridad. Cuando una pareja se cuida de verdad, todo va bien. En cambio, cuando priorizamos los hijos, descuidamos la pareja. Hay que tener muchísimo cuidado.
-En cuanto a los hijos, ¿cómo hacer que su educación no sea motivo de conflicto en la pareja?
En la educación de los hijos debemos ir al unísono. Los hijos necesitan un ambiente de amor. Eso afecta a su estabilidad: si hay amor, la tienen, y si no están rodeados de amor, sufren.
A la hora de decirles qué han de hacer, no perdamos de vista que los adultos somos nosotros. Por eso a veces es necesario decidir las cosas a solas, sin que ellos estén delante, para que luego les transmitamos las cosas como pareja, los dos al unísono. Todo menos soltar broncas o desacreditar al cónyuge delante de ellos.
"Todo por mis hijos"
Es muy fácil descuidar la relación de pareja y es muy peligroso. Ojo cuando alguien dice 'hace mucho tiempo que no salimos' o 'nos hemos puesto en modo padres'. Cuando alguien dice 'todo por mis hijos', ojo, porque puede que esté perdiendo a mi pareja, que es el foco del amor.
¿Tenemos que hacer todo juntos?
-En cuanto a la pareja, muchas veces se oye decir que es crucial hacer todo juntos, lo que incluye las aficiones y la práctica religiosa. Eso deriva en rupturas 'porque a mí no me gustaba tanto fútbol cada fin de semana' o 'porque ella es demasiado religiosa'. ¿Usted cree que es imprescindible hacer todo juntos? ¿Es positivo o negativo tener las mismas aficiones y la misma vida espiritual en la pareja?
Es muy positivo tener aficiones conjuntas, pero no tiene por qué ser siempre así. En la portada del libro aparecen dos conjuntos, que simbolizan a la pareja. Solo coinciden en una parte y en el resto, cada uno es independiente. Esa parte independiente pueden ser los gustos, las aficiones, los intereses culturales, los amigos, la vida espiritual. ¿Que coincidís en la espiritualidad? Espléndido, pero es mejor respetar a tu pareja. Cada uno debe nutrir su parte personal y eso fortalece la parte común.
Hay que evitar la actitud absorbente, asfixiante. Alerta con ese interés por hacer las cosas juntos. Es muy bonito si ambos quieren, pero no hay que llegar a la falta de libertad. Se puede ser fidelísimo y mantener esferas personales.
Nacho Tornel dedica una parte de su libro Relacionarte a un peligro social que parece lejano pero no lo es: el "individualismo que nos lleva a vivir dos soledades compartidas".
"A diario -dice- nos llega una ola de recomendaciones para que estemos pendientes del yo. Yo, yo, yo. 'Quiérete, cuídate, piensa primero en ti...'. Y se nos olvida que el matrimonio es una unión por amor. Esto implica que a veces toca remar, no solo estar pendiente del yo. Eso aplica a la amistad, también."
La fe ayuda a buscar y encontrar la solución
-Por lo que ha podido constatar en su trabajo como mediador y terapeuta de pareja, ¿la fe ayuda a "convertir tu pareja en una alianza imbatible", como propone en el título del libro?
Sin duda la fe da un enfoque de calidad. Aporta una clave fundamental, de apertura. El resorte de la fe ayuda a querer recuperar la pareja. Diría, por lo que puedo comprobar en mi despacho, que la dimensión espiritual es un aliado en la curación de la pareja. Hace que la persona tenga algo que le lleva a ser mejor y a entregarse más. Que haya esperanza. Hace que se hable de sinceridad, de lealtad, de entrega... Eso se pone en la balanza de lo positivo. Y de ahí se llega con más facilidad a la solución. Lo he podido comprobar.