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Los trabajos de rescate en la zona afectada por el terremoto que se produjo el lunes en Turquía y Siria están dejando ver la gran oleada de solidaridad que ha despertado esta catástrofe.
En las calles donde se han desplomado edificios enteros, los supervivientes tratan de sacar a los miles de personas que todavía quedan bajo las ruinas. El tiempo que transcurre imparable y las bajas temperaturas son otros dos enemigos a vencer. Las autoridades contabilizan ya 11.104 fallecidos.
Equipos de emergencias procedentes de otros países han acudido a la zona y se van coordinando. Desde España llegó ayer a Turquía un equipo de 55 expertos de la UME (Unidad Militar de Emergencias), con perros adiestrados para encontrar personas con vida bajo los hierros y el hormigón.
Entre las muchas imágenes que nos llegan, ayer recorría el mundo el asombroso vídeo de una bebé que acababa de nacer entre los escombros en Alepo (Siria). La sujetaba un hombre en brazos y la trasladaba a toda velocidad a alguien que lo pudiera atender médicamente. La escena se ha viralizado.
Con la escena se palpa el milagro de la vida que se abre paso en medio de la desgracia. La mamá de la bebé, lamentablemente, falleció a causa del terremoto. La bebé está ahora en una incubadora, a salvo, en el hospital.
Estos días han sido frecuentes las escenas de padres y madres protegiendo a sus hijos, abrazándolos, hablándoles, dándoles serenidad quizá apoyados en una pared de un improvisado puesto de socorro.
Enternece ver a una niña de pocos años bajo los escombros, protegiendo con su cuerpo y con su brazo el cuerpo y la cabeza de su hermanito menor. Ella se va comunicando con los equipos de rescate sin descuidar al pequeño.
Los equipos de rescate dan muestras de un gran espíritu de sacrificio (no es fácil trabajar a varios grados bajo cero) y de sensibilidad con los más frágiles. Aunque con cuentagotas, llegan buenas noticias de rescates que parecen impensables, como el de este niño.
Las familias se buscan, intentan localizarse por teléfono. Miles de emigrantes sirios en todo el mundo, exiliados a causa de la guerra civil que el país sufre desde 2011, rezan y se preocupan por lo que habrá sido de sus familiares y amigos. En muchos lugares no hay electricidad y es casi imposible dar señales de vida y tranquilizar a los suyos por teléfono.
Sigue siendo necesaria la ayuda a Turquía y a Siria, material y espiritual. Sin ir más lejos, se sabe que en Siria es más preocupante la situación por la guerra civil y porque en el norte del país ya antes del terremoto había 4 millones de personas que dependían de la ayuda humanitaria.
Hay muchas vías para hacer llegar el apoyo económico que permita avanzar en el rescate y en la adecuación de las personas que han quedado sin hogar o están heridas. Hay que levantar hospitales de campaña, que cuestan varios millones de dólares.
Espiritualmente, la oración (por los vivos y por los difuntos) y los sacrificios ofrecidos por cristianos de todo el mundo son un tesoro que podemos entregar a diario.