George Sabé nació en Alepo. Se hizo religioso y decidió quedarse en Siria en el año 2012 para trabajar al servicio de los cristianos en su país. Allí vive en una casa que tienen los Maristas y que ahora se ha convertido en un refugio tras el terremoto. Está tan sólo a 30 kilómetros del epicentro. "En estos últimos días hemos recibido a más de 100 personas. Familias enteras que hemos acogido en nuestra casa". En esa zona devastada por el temblor, entre 200 y 300 personas lo han perdido todo. "Les ofrecemos todo lo que tenemos, pero aquí el día a día es muy duro".
"Tenemos luz sólo 2 horas al día, no hay calefacción ni gasóleo", cuenta George, una situación límite durante este invierno en el que por la noche e Alepo registran los 5 grados bajo cero.
"Es la realidad que tenemos, pero damos gracias a Dios porque, nosotros los maristas, junto a los franciscanos y los salesianos hemos abierto nuestras casas para poder acoger a todo aquel que lo necesite".
Los primeros momentos del temblor
"Vivimos una situación dramática, sentimos mucho miedo". La tierra se abría el pasado día 6 en Alepo a causa de un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter. "Eran las cuatro de la madrugada y vivimos algo apocalíptico, inolvidable. Fueron solo unos segundos… pero cayeron edificios enteros con todas sus familias dentro". Tras el primer terremoto la gente huyó de sus casas y deambula por las calles. "Hay mucho temor. Temor de niños, temor de ancianos y de adultos. Temen por su vida, temen por su futuro."
Siria, una tierra castigada
Los terremotos han afectado al sureste de Turquía y el noroeste de Siria. La ayuda internacional llega con mucha más facilidad a Turquía que a Siria. Este país sufre las sanciones de varios países contra el régimen sirio. Al final han conseguido abrir varios corredores humanitarios por los que entra la ayuda aunque a cuentagotas.
"Hemos sufrido una guerra, después las sanciones y ahora esta desgracia". George explica cómo la población siria sufre desde hace años. Cómo a pesar de las circunstancias, los religiosos se han quedado en la zona para ayudar a muchas de esas familias. Sólo los maristas atienden allí a 850 familias.
La labor de la Iglesia en Siria
"Lo más importante es aportar un poco de luz en medio de esta situación". Es la frase con la que George define la labor de la Iglesia allí en este momento. "Lo importante es aportar esperanza en medio de la oscuridad psicológica, humana y económica que vive este pueblo". "La gente está sufriendo mucho, hay que dar luz tras este trauma". "Nuestra labor aquí -subraya- es acompañar, dar tranquilidad y seguridad a los niños".
No tienen luz eléctrica, pero como explica George "estamos sin luz pero no sin esperanza, hace falta mucha esperanza". El papel más importante de la Iglesia "es servir". "Estar al servicio del evangelio que nos invita a salir a las calles, más allá de las fronteras donde está la gente".
Como dice el papa Francisco, "servir para tener esperanza". George y sus hermanos maristas trabajan ahora en medio de la desolación y la destrucción con un único objetivo: "La Iglesia está aquí con los que sufren. Acompañándolos para darles luz y esperanza en medio de esta oscuridad."