"Es verano acá, estamos a 27 grados y nos recibieron como hermanas. Cochabamba será nuestro hogar por los próximos seis meses". Estas fueron las últimas palabras que Helena Agnieszka Kmiec escribió en su perfil de Facebook.
Acababa de llegar a Bolivia como voluntaria para vivir unas misiones con niños de Pacata Alta, en Cochabamba. Tenía 28 años.
Pero quince días después de su llegada, en enero de 2017, murió tras recibir catorce puñaladas asestadas por dos hombres.
Helena fue víctima de dos malhechores que penetraron para robar en la residencia de las religiosas Siervas de la Madre de Dios, donde ella se alojaba. Al ser descubiertos por la joven, la mataron.
"El supremo sacrificio que hizo es un testimonio tan fuerte... no solo para nosotros que la conocimos y la amamos, no solo para el voluntariado misionero, para los católicos, sino probablemente para todos aquellos que valoran una vida hermosa, una vida buena, una vida para los demás".
Son palabras de Magdalena Kaczor, misionera del Voluntariado Misionero Salvador, al que pertenecía Helena, y amiga de la joven asesinada.
Sonrisa y música
Helena estudió ingeniería química en inglés. "Era el tipo de chica que podrías envidiar mucho, pero era tan increíblemente humilde...", recuerda Kaczor.
Y agrega: "Cuando ella aparecía, se podía ver que la gente estaba llena de buena energía, que estaba bien. Cuando dirigía el canto y la oración -lo hacía muy a menudo- quizás no podías verla , pero podías ver gente rezando, gente feliz".
Su generosidad ya la había llevado en misión a otros países: Rumanía, Hungría y Zambia.
Allí había dejado como inolvidable recuerdo su sonrisa y las melodías de sus canciones acompañadas por la guitarra, auténtica caricia de Dios para muchas personas necesitadas.
Amplio reconocimiento en Polonia
En su país natal, Polonia, son muchas las personas que consideran santa a la joven misionera, y algunas están convencidas de haber recibido favores por su intercesión.
La localidad donde creció, Libiąż, le ha concedido la ciudadanía de honor, y le ha dado su nombre a una calle.
También existe un concurso académico y un programa de becas que llevan su nombre. Y se le concedió a título póstumo la Cruz de Oro al Mérito "por los méritos en la caridad y las actividades sociales y el compromiso con las personas necesitadas de ayuda".
Devoción creciente
Muchas personas que la conocían están convencidas de que Helena era un modelo de santidad.
En su parroquia, se distribuyen estampas con su fotografía y las palabras: "Que se regocije contigo en el cielo, que interceda por nosotros".
Su imagen se usó para promover una procesión de santos, en la que incluso apareció una pancarta en que se leía "santa subito".
Otro signo de la fama de santidad de la misionera son las numerosas anotaciones de grupos e individuos que quedan en el libro de visitas de la parroquia.
Muchas personas acuden a rezar a la tumba de Helena, lo que en sí mismo es también un signo de la creciente reconocimiento popular de santidad.
Igual que los certificados de gracias recibidos a través de la difunta, que algunas personas envían a su parroquia.
También algunos jóvenes aseguran que Helena les impulsó a lanzarse a aventuras misioneras.
Otros conservan su foto en su celular, o en su escritorio, porque la recuerdan como alguien que les ayudó a sanar su corazón, su alma.
La fase preparatoria para el proceso de beatificación de Helena Kmieć comenzó en diciembre de 2022. Por decreto del arzobispo Marek Jędraszewski, se nombró postulador al padre Pawel Wróbel.