El psiquiatra Enrique Rojas, en su libro "Una Teoría de la felicidad" escribe sobre los dos cánceres sociales presentes en nuestra sociedad: el consumo de las drogas en los jóvenes y las rupturas conyugales en los adultos.
Como coach de acompañamiento a matrimonios, quiero dedicar unas líneas a las rupturas conyugales debido a la inmadurez de uno o ambos esposos.
Estoy por cumplir 26 años de matrimonio, y mi esposo Charles me ha preguntado, no una sino varias veces y después de darse cuenta de la ruptura de un matrimonio joven:
¿Por qué tantas mujeres y hombres hoy en día mencionan la palabra divorcio tan a la ligera?
¿Por qué no se esfuerzan un poco más para salvar su matrimonio?
¿Cuáles son los estragos psicológico-emocionales y espirituales que sufren las personas cuando se divorcian?
Para mencionar solo algunos de ellos: la pérdida de propósito, depresión, debilitamiento de la autoestima y separación de círculos sociales que se frecuentaban siendo esposos.
La preocupación por Charles es genuina, y así como él la experimenta, estoy segura de que lo hacen miles de personas.
Se hace necesaria una renovación mental y espiritual
El doctor Aquilino Polaino-Lorente, en una ocasión nos dijo a los entonces estudiantes de la maestría en Matrimonio y Familia de la Universidad de Navarra que la inmadurez es moneda corriente en la sociedad contemporánea.
Y es que actualmente las estadísticas que arrojan los resultados en desarrollo humano en las diferentes etapas de la vida, nos explicaba, revelan que los jóvenes de hoy maduran mucho más tarde que los jóvenes de hace 25 años, y la diferencia es aún mayor respecto de los jóvenes de hace 45 años. ¿Cuál es la razón?
Muchos matrimonios se rompen por falta de madurez
Soy testigo constante de esto en mi consulta. Sin lugar a dudas la presencia de la inmadurez que reclama y exige recibir es una de las razones para las que un matrimonio termina.
Podemos considerar entonces la inmadurez como un antivalor que se opone a valores tales como la empatía, la paciencia para escuchar, la generosidad, la entrega que no reclama, la fortaleza y muchos otros más valores que sólo son realizables cuando crece en madurez.
¿Cómo se madura?
Llegar a ser una persona madura es un proceso que necesita tiempo, paciencia, interés por conocerse sin miedo y no tener miedo a sufrir.
El sufrimiento soportado con heroísmo, aceptación y silencio ayuda a la persona a crecer por dentro. Se crece despacio.
Todos vivimos sucesos, experiencias y propuestas de la vida que nos ayudan a crecer de un salto :
- La pérdida de bienes materiales
- La experiencia de una guerra
- La venida al mundo del primer hijo
- La traición de un amigo
- Un divorcio no deseado
Todas estas pueden ser oportunidades para el crecimiento y la transformación interior pues con todas ellas se sufre o en el caso de la venida de un hijo, ayuda a la persona a reflexionar en torno al sentido de la responsabilidad y el uso de su libertad.
¿Quién es una persona madura?
Es importante aclarar que la palabra madurez significa estar listo, a punto, estar en sazón como cuando vamos al supermercado y tocamos suavemente la fruta para confirmar que esté madura.
Una persona madura es alguien que aprende a ser sabia, prudente, ecuánime. Es una persona que afronta la vida como viene, que no aspira a no sufrir, sino más quiere aprovechar las crisis para desarrollar una disposición original y única ante la vida, que sólo es de ella.
Romano Guardini, sacerdote, pensador y escritor católico (1885-1968) propone en Cartas sobre la formación de sí mismo la práctica de ciertos valores y virtudes que contribuyen a forjar la madurez:
-La alegría, que debe ser el tono fundamental de la vida cristiana y tiene su fundamento en la relación con Dios.
-La sinceridad, aceptada como norma profunda de la vida,
- Los siguientes rasgos de personalidad que forjan la madurez: la hospitalidad, el espíritu de oración; la elegancia del estilo y del trato humano, la capacidad de esforzarse y de trabajar a fondo.