Una verdadera historia de amor y fe protagonizan Carlos Ariza y Susana Orejarena, una pareja de abuelos colombianos. Hace pocos días recibieron la bendición del sacramento del matrimonio en el Hospital Internacional de Colombia, acompañados por sus familiares.
«Me siento muy feliz poderle dar otro sí a mi señora… es también una bendición de Dios para los hijos. Solicitamos a monseñor que nos casara para que pudiéramos terminar la vida en gracia de Dios». Esto dijo Carlos a Noticias Caracol, al relatar la emoción que sintió durante su matrimonio católico.
Hace cuatro décadas, cuando él tenía 26 años y ella 22, se casaron civilmente y empezaron a formar una familia, hoy de tres hijos y dos nietos, en la que han disfrutado grandes alegrías y han superado juntos grandes pruebas. La más reciente de ellas, la reaparición de un linfoma de Hodking del que Carlos se había curado diez años atrás con cirugía y quimioterapia.
«La ceremonia más divina»
El pasado mes de abril los médicos le anunciaron a Carlos que debía volver al tratamiento y desde entonces está siendo atendido por los especialistas del Hospital Internacional de Bucaramanga, en el oriente del país.
«Esta historia empezó cuando don Carlos se acerca a nosotros manifestándonos el deseo de contraer nupcias con su señora esposa. Es aquí cuando nosotros desde experiencia del paciente intervenimos, analizamos, tanto asistencial como administrativamente», indicó Yadir Molina, supervisor del paciente HIC.
El personal del centro médico les ayudó a organizar en un par de días la ceremonia y celebró con la familia esta ocasión tan especial.
Susana entró a la capilla de la mano de sus hijos, con un arreglo de flores tropicales. Él la esperaba sentado en una silla de ruedas, muy elegante, vestido de blanco:
«Cuando Susan apareció y la miré, estaba linda… toda vestida de blanco, muy hermosa. Está feliz y contenta y eso me hace feliz», contó en el mensaje compartido por el hospital en su cuenta de Instagram.
«Uno se entrega hasta el final a esa persona, no importa cuándo sea el final», aseguró ella al recordar las cuatro décadas juntos y celebrar la decisión de unirse ante Dios en medio de la enfermedad de su esposo. «Uno debe luchar hasta el final, mientras que haya esperanza de vida hay que lucharla. Él siempre ha sido un luchador y por eso lo admiro», añadió.
A pesar de las molestias causadas por la enfermedad, Carlos siempre estuvo sonriente, le dedicó miradas de amor a su esposa y dejó en sus manos muchos besos a pesar del tapabocas que debía llevar.
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Esperanza y confianza en Dios
«Fue la ceremonia más divina que puede haber sucedido… Tengo los mejores hijos del mundo… Es inigualable, no la puedo comparar con ninguna otra», decía emocionado después de su matrimonio, que ha sido noticia en redes y medios de comunicación.
Su esposa, al verlo tan animado y elegantemente vestido, sintió renacer su esperanza y confianza en que Dios le va a dar a Carlos la fuerza que necesita, «porque esto realmente no es fácil», pero está convencida de que el matrimonio es una gran bendición para todos.