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No estoy en gracia, ¿mis obras buenas tienen valor?

stanowisko Kościoła katolickiego w kwestii pobierania i przeszczepiania narządów
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Henry Vargas Holguín - publicado el 10/07/23
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Orar y hacer obras buenas siempre será bueno, independientemente de la condición en la que se encuentre la persona, sin embargo, para que trasciendan para la eternidad, es importante estar en gracia santificante.

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Bien dice Jesús: «Sin mí nada pueden hacer» (Jn 15, 5). ¿Qué quiere decir Jesús? Que sin Él no podemos hacer obras que trasciendan a la eternidad, obras que den frutos de vida eterna, obras con méritos sobrenaturales. Es claro que sin Jesús, sin la vida de gracia, se pueden hacer cosas pero son cosas que se quedan aquí, obras sólo con méritos naturales.

En la vida moral de los bautizados se pueden dar dos situaciones: caer en pecado mortal y luego hacer obras buenas; o estando en gracia de Dios, hacer obras buenas y después caer en pecado mortal.

Haciendo obras buenas sin estar la gracia

Las obras buenas de quien está en pecado grave no son ante Dios meritorias, no tienen efectos sobrenaturales, pues es una condición esencial para que una obra sea meritoria desde el punto de vista sobrenatural, el que sea realizada en estado de gracia.

Se sabe que quien está en pecado mortal, no tiene vida de gracia, no tiene vida espiritual; por tanto, una persona «muerta», espiritualmente hablando, no puede hacer nada. Estas obras, dice Santo Tomás (Suma Teológica, III, 89, 6) se llaman «muertas», porque, aunque son buenas a los ojos de los hombres, por su forma, se realizan sin la acción de Dios que es el principio de vida y por tanto carecen de mérito sobrenatural.

¿Se puede recuperar el mérito?

Si la persona sale del pecado, esas obras hacen parte del pasado y no pueden recuperar el mérito pues nunca lo tuvieron. Ahora bien, el hecho de no tener la vida de Dios o la vida de gracia, no significa que, mientras llega el momento de la confesión, dejemos de hacer obras buenas a los ojos humanos; no olvidemos que tenemos deberes, responsabilidades, tareas, etc.

Estas acciones sin mérito sobrenatural son necesarias e incluso es obligatorio hacerlas, pues, fuera de que tienen mérito natural, entre otras cosas, pueden disponer a la persona para la gracia, empezando por la gracia de la conversión.

Una cosa importante a tener en cuenta es que no podemos, erróneamente, pensar que cuando se pierde la gracia santificante esa persona deja de ser amada por Dios, o que Dios ya no la mira con benevolencia.

Obras en Estado de Gracia y luego caer en pecado

Si una persona ha hecho obras meritorias desde el plano sobrenatural, peca y nuevamente se confiesa para recuperar la gracia santificante, esas obras no pierden sus méritos sobrenaturales porque fueron hechas en gracia de Dios. Aquí entonces se habla de la «reviviscencia» de los méritos anteriores.

¿Qué se quiere decir con esto? Que esos méritos «no mueren» (Suma Teológica III, 89, 5); permanecen ante Dios, pero no tienen eficacia para llevar a la vida eterna a la persona que los mereció hasta tanto no se recupere el estado de gracia. Cuando se recupera la gracia, esas obras recuperan la eficacia de conducir a la vida eterna. La Iglesia usa el término «sobrenatural» para referirse a las realidades que están por encima de nuestras propias acciones naturales, es decir, más allá de nuestra naturaleza.

Mujer en oración.

La oración

Un claro ejemplo para analizar el tema es el siguiente: el estado de coma profundo o en estado vegetativo. Si no se tiene la vida de Dios es como estar en coma profundo o en estado vegetativo y si se está en esta situación, espiritualmente hablando, no se puede comulgar, pues estas personas, que parecen muertas, no comen.

Ahora, a pesar de estar en pecado grave se puede orar pues, siguiendo con el ejemplo anterior, la persona en coma profundo o en estado vegetativo sí que puede tener una actividad cerebral y es aquí que entra la oración, sobre todo la oración de arrepentimiento, la oración que motiva la conversión.

La oración ayuda a que no decaiga la fe, sirve para no seguir pecando, para no alejarse aún más de Dios, para tener la seria intención de conseguir la gracia del perdón en la confesión y «salir de ese estado de coma profundo».

Además, la Iglesia recomienda acudir a la comunión espiritual si es que no es posible recibir la Eucaristía al estar en pecado mortal.

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