El Camino de Santiago es una de las rutas de peregrinación más conocidas (si no la más conocida) de la cristiandad. Ocupa un lugar importante en la historia y la cultura de España, ya que une la Europa continental y la mediterránea, tendiendo puentes que van más allá del propio continente, hasta llegar a Tierra Santa. A lo largo de más de 800 kilómetros, este antiguo camino conduce a los peregrinos hasta la ciudad de Santiago de Compostela, en Galicia, donde la tradición afirma que se enterraron los restos del apóstol Santiago ya en el siglo I d.C.
El atractivo del Camino no solo reside en su evidente significado espiritual, sino también en la diversidad de paisajes que recorre, las maravillas arquitectónicas que los peregrinos descubren al caminar y la camaradería que fomenta entre los viajeros.
Los atrios del Señor
La teología que subyace a la peregrinación surge de los relatos bíblicos sobre el exilio, el éxodo y la búsqueda de Dios y su presencia. En los Salmos, por ejemplo, la peregrinación se describe como un anhelo de comunión con Dios y un deseo de encontrar su morada. El Salmo 84 recoge este sentimiento al declarar: «¡Qué hermosa es tu morada, Señor Todopoderoso! Mi alma anhela los atrios del Señor» (Salmo 84, 1-2). El acto de peregrinar es una expresión de esta sed, un viaje deliberado hacia el encuentro con Dios y la experiencia de su presencia.
En el Nuevo Testamento, este itinerario adquiere nuevas dimensiones con la vida y las enseñanzas de Jesucristo. La teología de la peregrinación reúne aquí el movimiento físico y el itinerario interior de la fe en una sola palabra: discipulado. Implica tomar la propia cruz y entregarse a la obra transformadora de Jesús mientras se camina por la vida. Como afirma Jesús en el evangelio de Lucas (cf. Lc 9, 23) «El que quiera ser discípulo mío, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame». La peregrinación se convierte así en una metáfora de la vida cristiana, una llamada a caminar en la fe, buscando continuamente una relación más profunda con Dios.
De hecho, el propio Jesús emprendió varios viajes significativos, incluida su peregrinación a Jerusalén para la Pascua y su posterior crucifixión y resurrección. Los discípulos, siguiendo el ejemplo de Jesús, se embarcaron en viajes misioneros, difundiendo el mensaje del Evangelio y estableciendo comunidades cristianas.
La tradición afirma que uno de estos primeros discípulos, Santiago, llegó hasta España para predicar el Evangelio. Allí, el segundo día de enero del año 40, se le apareció la Virgen María junto al río Ebro, en Caesaraugusta —la actual Zaragoza—. Tras el suceso, Santiago regresó a Judea, donde fue decapitado por el rey Herodes Agripa I en el año 44. Durante sus años de misión en España, formó a siete discípulos principales (los conocidos Siete Varones Apostólicos), que luego fueron ordenados en Roma por los santos Pedro y Pablo y enviados de vuelta a España para completar la misión de Santiago.
Estos hechos y tradiciones fueron recogidos posteriormente, en el siglo XII, en la famosa Historia Compostelana, una crónica anónima escrita durante el mandato de Diego Gemírez, primer arzobispo de Compostela. La crónica incluye un resumen exhaustivo de la historia de Santiago tal y como se creía y se contaba en Compostela en aquella época. Afirma claramente que Santiago predicó el Evangelio no solo en Tierra Santa, sino también (y principalmente) en España y que, tras su martirio, sus discípulos transportaron su cuerpo por mar de vuelta a Iberia (España). Desembarcaron en la costa norte de Galicia, y llevaron el cuerpo tierra adentro, enterrándolo finalmente en Compostela.
Los orígenes del Camino de Santiago se remontan a principios del siglo IX, cuando se descubrió la tumba de Santiago. La noticia de este descubrimiento se difundió rápidamente, atrayendo a innumerables peregrinos de toda Europa. Con el tiempo, se desarrolló una red de rutas de peregrinación que atravesaban todo el continente y el Mediterráneo, pasando por Malta.
Un nuevo y fascinante giro al Camino ...
Recientemente, Malta se ha convertido oficialmente en parte del Camino de Santiago, añadiendo un fascinante giro a la tradicional ruta de peregrinación. En enero de 2023, el Ministerio de Asuntos Exteriores y Europeos y Comercio, a través de su Embajada de Malta en España, junto con Heritage Malta y XirCammini (la asociación oficial de Malta que representa a la Federación Internacional de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago) con el apoyo de la Autoridad de Turismo de Malta, tras un largo esfuerzo de colaboración, lanzaron el Camino Maltés de Santiago de Compostela, conectando Malta con la capital gallega.
Por primera vez, la peregrinación de más de 1.000 años de antigüedad incluye ahora la ruta del Camino Maltés de Santiago de Compostela, (abreviado, Camino Maltés) que cubre 3.600 km de tránsitos terrestres y marítimos.
... eso no es nuevo en absoluto
Pero esto no es algo nuevo, en absoluto. La conexión de Malta con el Camino de Santiago proviene de sus lazos históricos con los Caballeros Hospitalarios, también conocidos como los Caballeros de San Juan de Malta.
Los Caballeros desempeñaron un papel fundamental en la defensa de Tierra Santa durante las Cruzadas y, tras la caída de los estados cruzados, se vieron obligados a abandonar Tierra Santa y buscaron refugio en varios países europeos, entre ellos Malta.
Al llegar a Malta en 1530, los Caballeros Hospitalarios establecieron su cuartel general en la isla y la transformaron en una formidable fortaleza. A lo largo de los siglos, dejaron una huella indeleble en la arquitectura, la cultura y la piedad de Malta. Apoyándose en una cultura ya existente de hospitalidad excepcional (como se lee en el Libro de los Hechos 28, 1-10) y en su propia tradición (los Caballeros están asociados a los refugios para peregrinos desde 1113), también debían dar cobijo a los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela.
De hecho, en una entrada del Liber Bullarum de principios del siglo XVII, el Gran Maestre Alof De Wignacourt proporciona instrucciones de salvoconducto (una Credencial) a Don Juan Benegas desde la Gruta de San Pablo (en Rabat, en Malta) para visitar lugares santos en Europa, entre ellos Santiago en Galicia.
La devoción maltesa a Santiago apóstol
La devoción a Santiago creció especialmente durante la época de los Caballeros de San Juan. Sin embargo, la devoción al apóstol es anterior a la llegada de los Caballeros de San Juan a Malta, ya que el archipiélago estaba bajo dominio aragonés y posteriormente español antes de que los caballeros se establecieran allí —Santiago es el patrón indiscutible de España—.
Algunos ejemplos de dedicatorias anteriores a Santiago son un fresco en la capilla de Hal Millieri y varias capillas dedicadas a él por toda la isla. En la Terre di Santa Caterina (actual Zejtun) existió una iglesia dedicada a Santiago que posteriormente se incorporó a la antigua iglesia de Santa Catalina (actual San Gregorio). La iglesia de Sancti Jacobi Apostoli (Guedrum) fue una de las primeras iglesias de Gozo, y también se menciona en el informe de la visita apostólica de Mons. Dusina en 1575. La viceparroquia de Zabbar, antes de ser elevada a parroquia a principios del siglo XVII, también estaba dedicada a Santiago.
Las Baleares, Cerdeña, Sicilia y Malta formaron parte del reino aragonés, y más tarde, tras la fusión de los reinos de Castilla y Aragón, del Reino de España. Según los escritos de San Antioco, Santiago habría pasado por el puerto de Sulcis (actual Sant' Antioco), en Cerdeña, antes de llegar a España. Por esta razón, el Camino Maltés en Cerdeña sigue el Camminu Santu Jacu desde la Catedral de Sant' Antioco, pasando por Cagliari, hasta Porto Torres, en el norte de Cerdeña, donde el Camino prosigue por mar hasta Barcelona.
El Camino Maltés atraviesa los paisajes únicos de Malta, pasando por pueblos encantadores, antiguas iglesias y capillas, y ciudades medievales. De hecho, Malta ofrece un profundo viaje espiritual como ninguno otro. Desde sus antiguas catacumbas y capillas medievales hasta las perdurables tradiciones del Naufragio de San Pablo, desde sus magníficas catedrales barrocas hasta las antiguas iglesias rupestres bizantinas que dan testimonio de sus 2.000 años de herencia cristiana ininterrumpida, el paisaje (y el paisaje sonoro, compuesto por el constante canto de los pájaros y la brisa marina) del archipiélago se presta sin duda a la contemplación.
La ruta de peregrinación conduce finalmente al épico Castel Sant'Angelo, donde los peregrinos pueden continuar su viaje por mar hacia la Europa continental, uniéndose al Camino de Santiago en España.
La inclusión de Malta en el Camino de Santiago no solo ofrece a los peregrinos una experiencia espiritual única y prolongada, sino que también promueve el intercambio cultural y el turismo en la región. Permite a los visitantes descubrir las joyas ocultas de Malta, cuyo horizonte está adornado con una plétora de iglesias, capillas y santuarios, cada uno de ellos testimonio del arraigado patrimonio cristiano del archipiélago. Desde la sobrecogedora concatedral de San Juan en La Valeta (probablemente el edificio barroco más impresionante del mundo) hasta la apaciblemente majestuosa basílica de Ta' Pinu en Gozo, estas maravillas arquitectónicas invitan a los peregrinos a entrar y vivir momentos de profunda conexión espiritual.
Pero si se desciende bajo la superficie de la isla, aguarda otro tesoro oculto: las antiguas catacumbas. Esculpidas en la piedra caliza por las primeras comunidades cristianas, estas cámaras funerarias subterráneas ofrecen a los peregrinos un espacio único para la contemplación y la meditación. Los pasadizos en penumbra, adornados con intrincados nichos funerarios, evocan una sensación de asombro y reverencia, y conectan a los peregrinos con la fe de quienes una vez rindieron culto en estas salas sagradas. A medida que recorren estas catacumbas, los peregrinos adquieren un profundo conocimiento del legado perdurable del cristianismo y de la inquebrantable devoción de los primeros creyentes. De hecho, estas catacumbas-hipogeos son las más importantes fuera de Roma.
A medida que los peregrinos recorren el Camino Maltés, descubren las profundidades de su propio espíritu y las raíces compartidas de su fe, una fe de la que los lugareños se sienten profundamente orgullosos: Malta es, de hecho, el país más católico del mundo (después del Vaticano, claro).
Al reconocer a Malta como parte del Camino de Santiago, se escribe un nuevo capítulo en la historia de estas dos primeras cunas del cristianismo: Malta y España. Refuerza la idea de que la peregrinación no se limita a un único camino, sino que es una experiencia humana universal que trasciende las fronteras y conecta a las personas a través del tiempo y el espacio. El Camino Maltés ofrece ahora a los peregrinos la oportunidad de embarcarse en un viaje que fusiona antiguas tradiciones, narraciones históricas y búsquedas espirituales, proporcionando una experiencia de peregrinación verdaderamente enriquecedora y transformadora.
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