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El trabajo es un medio para ganar el sustento diario, por supuesto, entre mejor remunerado sea, más fácilmente se podrán cubrir todas las necesidades de la vida diaria. Sin embargo, es importante destacar que también es una manera de aprovechar nuestros dones y poner a trabajar nuestros talentos, y así, alcanzar la vida eterna, orando y trabajando, tal como lo hizo San Benito de Nursia.
A pesar de los beneficios que podemos adquirir con el trabajo, muy a menudo encontramos personas a las que no les agrada su actividad laboral, por eso, Aleteia consultó con el Hno. Elías Sánchez Chávez, monje benedictino del Monasterio de la Soledad de Atotonilco, para saber cómo sacar provecho espiritual de esta situación.
¿Cómo se puede santificar el trabajo?
Primero, haciéndolo bien, porque es para Dios. Todo lo que hacemos para ganar algunos pesos y llevar el sustento a la familia contribuye al bien de la sociedad. Por eso, desde la mañana, al hacer nuestra oración hay que hacer también el ofrecimiento de Dios, porque el trabajo ofrecido a Dios da muchos frutos.
Por esta razón, hay que hacer el trabajo con dedicación, bien hecho, ofrecido a Dios y con una intención.
Y si a la persona no le gusta su trabajo, ¿puede santificarse con él?
Por supuesto, la vida tiene contradicciones, por eso hay que pensar que nuestro trabajo tiene un propósito, porque aunque no nos guste, será para sacar adelante a la familia y se realiza en miras a un bien mayor. Por eso, con esa intención, hay que recordar lo que hizo Cristo en la cruz y darle un sentido de sacrificio, porque a Jesús le dolió, pero lo hizo con decisión, Él quiso eso; es cuando debo negarme a mí mismo, tomar mi cruz y seguirlo, porque con eso, se santifica el alma.
Te dejamos estos consejos para que tú también puedas ser santo en el trabajo:
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