No basta con enamorarse de alguien. Para tener un matrimonio feliz tienes que ser capaz de compartir tu vida con esa persona. Antes de pasar por el altar, deberías plantearte seriamente la posibilidad —o imposibilidad— de construir una vida juntos. He aquí algunas experiencias por las que toda pareja debería pasar antes de decidir casarse…
1Disfrutar juntos de un hobby
Como pareja, es importante desarrollar un vínculo de amistad compartiendo una afición. Algunos psicólogos afirman que muchas crisis matrimoniales se producen cuando las parejas tienen más malos recuerdos juntos que buenos. Por eso, las parejas necesitan establecer una amistad que les proporcione estabilidad y les permita compartir buenos recuerdos y planes de futuro.
2Superación de conflictos
Una crisis es una oportunidad para cambiar y crecer. Todas las relaciones pasan por crisis, pero si las gestionas bien, saldrás fortalecido y más unido. En el proceso de conocerse, las crisis nos ayudan a aprender más sobre los puntos fuertes y débiles de cada uno.
Aceptarse mutuamente es la clave de una relación fructífera. Y si uno de los dos no puede soportar la idea de vivir con los defectos del otro, o si las diferencias son demasiado profundas o afectan a valores fundamentales, es mejor no continuar la relación.
Muchos matrimonios terminan porque uno de los cónyuges pensó ingenuamente que podía cambiar al otro.
3Aprender a esperar
La entrega física total a otra persona crea un vínculo emocional muy fuerte que puede afectar a nuestra libertad de elegir si queremos o no compartir nuestra vida con la otra persona. Lanzarse demasiado pronto a una relación sexual también puede llevarnos a descuidar todos los demás aspectos de la persona que amamos: su personalidad, sus talentos, sus valores, sus miedos, sus preocupaciones y sus alegrías.
No se trata de rechazar el deseo sexual, sino de aprender a controlarlo por amor y para entregarnos después el uno al otro. El objetivo es ser capaz de entregarse plenamente, con fidelidad y confianza.
4Compartir tiempo con amigos y familiares
Conocerse y comprenderse no solo implica dialogar, sino también comportarse con la familia, los compañeros y entre sí. Se trata de ver cómo la otra persona afronta las distintas situaciones de la vida. Las situaciones cotidianas pueden ayudarte a ver si la persona de la que te has enamorado es la que quieres que sea un modelo para tus hijos algún día. Se trata de ver si podrías pasar el resto de tu vida con ella.
5Desarrollo de la comunicación íntima
La intimidad es una dimensión esencial del crecimiento de una pareja. Es la manera de conocer el mundo interior de la otra persona, con sus estados de ánimo, emociones, sentimientos, juicios y decisiones.
Durante esta fase de conocimiento mutuo, las conversaciones profundas pueden ayudarnos a conocernos mucho mejor que el simple hecho de compartir momentos entretenidos. Por supuesto, no aprendemos todo lo que hay que saber sobre ella o él cuando salimos juntos. Pero podemos aprender lo suficiente para tomar una decisión informada sobre si continuar o no nuestra relación. Cuanto más se comunican los hombres y las mujeres, más rico es el «nosotros» que se desarrolla en el espacio que hay entre ellos.
6Preparación al matrimonio
Muchos conflictos surgen por falta de comprensión. No siempre comprendemos, por ejemplo, las diferencias entre hombres y mujeres que afectan a nuestra forma de ser, pensar y vivir, las cosas que nos hacen individuos únicos. Aprender sobre estas diferencias fundamentales —y muchas otras— puede ayudar a muchas parejas a superar obstáculos, comprenderse… y amarse mejor.
Es fácil comprender la necesidad de una educación académica, pensamiento crítico y un sinfín de habilidades. Pero nuestras emociones también necesitan ser educadas, y no podemos hacerlo solos. Las parejas necesitan dedicar tiempo a aprender sobre el amor, la comunicación y la complementariedad. La sexualidad y el ciclo de fertilidad de la mujer también forman parte de este rompecabezas.
Básicamente, se trata de aprender a aceptar y amar a la otra persona en toda su riqueza y complejidad, al tiempo que se conocen mutuamente. No todos somos iguales y nuestras respuestas emocionales varían considerablemente en función de nuestro sexo, origen y personalidad. Conocer estas diferencias puede darnos las herramientas que necesitamos para gestionar nuestras diferencias con habilidad y paciencia como pareja y puede ayudarnos a evitar muchas crisis futuras.