El Catecismo de la Iglesia católica recuerda que existen los sacramentos de «curación», que son la Reconciliación o Penitencia y la Unción de los Enfermos, porque Cristo, que es médico del alma y del cuerpo, nos dio una vida nueva en los sacramentos de iniciación cristiana, la cual puede debilitarse y hasta perderse por causa del pecado. Por eso, la Iglesia continúa su obra de curación y de salvación mediante estos dos sacramentos.
Confesarse bien y cumplir la penitencia
Después de hacer un buen examen de conciencia, sentir dolor de los pecados y tener propósito firme de no volver a pecar, se hace la confesión de viva voz al sacerdote, que es el ministro de este sacramento; él, luego de dar la absolución al penitente, perdonando los pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, acostumbra a establecer una obra u oración para satisfacción, es decir, el confesor impone al penitente el cumplimiento de ciertos actos de penitencia para reparar el daño causado por el pecado.
No sé cuál era la penitencia
Sin embargo, puede ser que porque no escuchamos bien o porque no cumplimos inmediatamente la penitencia por alguna otra razón, se nos olvide lo que el confesor nos haya impuesto. ¿Qué se hace en ese caso?
El, Pbro. José Luis Solís Rincón, canonista, responde esta pregunta para Aleteia:
«En ese caso, la gente de manera natural sabe que hay una penitencia, entonces, casi siempre se va al Santísimo y reza algo. Ahora, si conocemos a nuestros sacerdotes, ya sabemos quien es el que te deja un rosario o un padre nuestro. Por lo general se te va a olvidar lo ordinario. Ve y reza un avemaría o un padrenuestro y la próxima vez que te confieses, dile al padre que no recordaste la penitencia de tu última confesión, lo que rezaste en su lugar y ya te dirá si le aumentas algo más con la nueva penitencia».
El pecado era grave
En cuanto a la gravedad del pecado y la penitencia que hay que realizar, el Obispo Víctor Alejandro Aguilar Ledesma dice a Aleteia: «De acuerdo con el pecado es la satisfacción; no pretendas que, si te robaste cien mil pesos, tienes con rezar un padrenuestro. Debes restituir el dinero. Si rompiste un vidrio, hay que pagarlo; si hablaste mal de alguien, ahora habla bien y reza por esa persona. Aunado a la oración está la retribución».