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Pies en el suelo y mirada en el Cielo. Tal vez esta frase resume bastante bien lo que están viviendo en estos días miles de jóvenes en la JMJ de Lisboa.
María tiene 24 años, es enfermera y ha ido a Lisboa con un grupo de la diócesis de Guadalajara (España). Para ella la JMJ es confirmar la unidad de la Iglesia. “En la JMJ palpas que la Iglesia es una familia en la que todos se ayudan, se acompañan y se apoyan. El amor de Cristo se transmite directamente a través de los hermanos.”
Rita es portuguesa, de una parroquia de Cascais y participó como peregrina en la JMJ de París en el año 1997. Años más tarde conoció a su marido en la parroquia y hoy está viuda. Esta vez participa en la JMJ como voluntaria. Está muy agradecida de esta oportunidad que reaviva en su corazón todo lo vivido en París. “Es maravilloso poder servir a otros y poder acompañar a los voluntarios más jóvenes”. “Intento ser el rostro de Cristo para los otros”.
Fátima es portuguesa, es voluntaria por primera vez en una JMJ. Además, se ha ofrecido como familia de acogida, comparte la misma alegría que Rita en poder servir y regalar a través de su servicio el amor del Señor.
Todas estas mujeres comparten la misma forma de vivir “pies en el suelo y mirada en el Cielo”. Ellas pisan esta vida marcando un camino verdadero por el que poder seguir, sin miedos. Ellas viven esta aventura siempre atentas al prójimo, por amor a Dios y por amor al hombre. Ellas, sin pretenderlo, elevan con su presencia la mirada de muchas almas al Cielo, donde Dios nos está esperando en esta JMJ y en cada uno de los instantes de nuestras vidas.