La empatía es definida por la psicóloga Rosa Elba López Suro, psicóloga clínica del Centro Integral de Recuperación Familiar, como “ponerte en el lugar del otro, sintiendo el sentir de la persona; no ponerme esos zapatos pensando como uno mismo”. Por lo que se refiere a un auténtico sentir de los sentimientos del prójimo.
Poder vivir su alegría, enojo, tristeza pero, al hacerlo, verlo con ojos de una caridad amorosa, porque eso es lo que significa poder comprender al otro, acompañarlo en sus flaquezas para ser ese soporte de cariño.
Es fundamental distinguir una empatía verdadera para no caer en una falsa, y para lograrlo, es necesario ver con lupa la raíz por la que se hacen las cosas. La persona que no es genuina actúa desde la vanidad o soberbia, e incluso del egocentrismo. Sin embargo, la verdadera empatía tiene la capacidad de comprender y compartir los sentimientos del otro, lo que define a un verdadero cristiano.
Aquí te dejaremos algunos consejos que puedes aplicar en tu vida para trabajar esa empatía:
1Conocerte a ti mismo
Es necesario que te conozcas, que aprendas cuáles son tus fortalezas, debilidades y vicios, sabiendo esto de ti, sabrás en qué áreas necesitas mejorar para entender al otro; con esto te vuelves consciente de tus limitaciones para trabajarlas. La forma en la que te sientes sobre ti mismo impacta en la forma en la que te relacionarás con los demás.
2Tratar al otro como a ti te gustaría que te trataran
Sé respetuoso con los demás, pero sobre todo actuando con amor. Es fundamental trabajar en la escucha activa, saber dar consejos, ayudar cuando veas que algún amigo lo necesita, porque son las cosas que Jesús hace por nosotros cada día de nuestras vidas. Si buscas inspirarte de las acciones de otra persona, lee los Evangelios para descubrir como Cristo da ese ejemplo de entrega y entendimiento.
3Apóyate en la Virgen María
Puedes acudir a la Virgen para pedir su intención. María es una gran intercesora para trabajar en la comprensión del otro. En la crucifixión, ella nos dio el ejemplo de “haber entendido y compadecido a los que crucificaron a su propio hijo, porque nunca los condenó. Ella es el mejor ejemplo que tenemos de amor, de caridad y empatía”, comentó la experta.
Como católicos tenemos el deber de siempre ser empáticos con las demás personas. Ser apóstol de Cristo no solo significa hablar de Él y transmitir su palabra, sino que también es llevar la alegría a todas partes. Para hacer esto necesitamos saber qué es lo que aflige al prójimo para nosotros ser ese instrumento de Dios que dé luz a sus vidas.
Finalmente, tengan todos el mismo pensar; sean compasivos, fraternales, misericordiosos y humildes". -1 Pedro 3, 8.