Cuando el presbítero mexicano José Antonio Aceves Álvarez era un niño, la imagen de la Virgen de Zapopan -patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara- visitaba la parroquia a la que él pertenencia.
Generalmente, ante una visita de la Virgen, las parroquias se rodean de juegos mecánicos y comerciantes ambulantes, quienes venden bromas y trucos. En este contexto, José Antonio tenía siete años cuando compró su primer truco de magia.
A los 14 años obtuvo su primer contrato como mago y empezó a ser conocido como “el mago Toño”; nombre que hoy a cambiado a “el padre mago Toño”, pues a los 18 años ingresó al seminario y fue ordenado presbítero en 2009.
Una combinación singular
El padre nunca dejó de practicar sus trucos; incluso, durante un festival, presentó un espectáculo de prestidigitación en el seminario mayor. Entonces su obispo le dijo: "Te voy a pedir un favor: todas las veces que hagas ‘magia’ utiliza la sotana; y así, como hoy, da un mensaje de evangelización; quiero que combines la ‘magia’ con la evangelización".
Después de un año como vicario parroquial, y una década como promotor vocacional en su arquidiócesis, visitando escuelas, parroquias y eventos juveniles donde presentaba sus trucos, decidió asociarse con los Misioneros de Guadalupe, quienes lo enviaron a misionar a Kenia, África.
Don Bosco y la “magia”
Para evitar malentendidos, el padre mago Toño define los que hace de la siguiente manera: "Algunos lo llaman prestidigitación, que es el arte de mover las manos, la habilidad".
"El ‘mago’ no tiene ningún poder, es un actor haciendo parecer que tiene poderes; solo son trucos que salen bien porque el aparato que utiliza sí funciona o porque tiene habilidad con sus manos". En pocas palabras, este tipo de magia no es sino "el arte de saber distraer", señala el padre Toño.
"El santo patrono de los magos es san Juan Bosco. Él era ‘mago’, y ahora los ‘magos’, aun los no creyentes, celebran a nivel mundial el Día del Mago el 31 de enero, que es el día de la fiesta litúrgica de san Juan Bosco".
Su misión en Kenia
El sacerdote platica que, en Kenia, hizo algún juego con monedas al obispo de la diócesis "y me dijo que presentara algo al final de la Misa, que en esa ocasión era con niños. Ahora en ocasiones me llama por teléfono y me dice que va a tener una Misa con mil niños y que quiere que vaya a presentar algo".
Ante este tipo de magia o trucos las personas del país africano "se asustan, se sorprenden. Para la mayoría de la gente es la primera vez en su vida que ve algo así".
"Es difícil encontrar una palabra que la gente conozca para llamar al ‘mago’. A veces tengo que hacer una catequesis porque me dicen: ‘¡Padre, haznos un milagro!’. Y yo les digo que no, que yo no hago milagros, que es ‘magia’”.
Ahora bien, "los magos profanos tal vez te presentan una cuerda que parten en tres y, para sorpresa del público, le hacen unos nudos y dicen que ya está pegada, el ‘mago’ sopla y ya no hay nudos. Pero, para la evangelización, además de eso, yo cuento algo con esta cuerda pero desde nuestra catequesis. El diálogo es catequético y de evangelización. Así es como yo misiono".