La historia de la Iglesia tiene registrados a miles de mártires de todas las épocas, por eso puede resultar imposible recordarlos a todos, además, muchos no han sido beatificados o canonizados, pero han dado testimonio de vida cristiana y edificado a quienes los han conocido.
Un beato poco conocido es José María Escoto, nacido el 10 de agosto de 1878 en El Agua Caliente, municipio de Atotonilco el Alto, Jalisco, en México. Sus padres fueron Anastacio Escoto Herrera y María Ruiz Pérez, quienes tuvieron doce hijos.
Como era costumbre en aquella época, fue bautizado con el nombre de Gabriel a los dos días de nacido. Cuando tenía casi seis años, el 16 de febrero de 1884, su madre murió dando a luz a su hermano Ramón. Su padre falleció el 31 de julio de 1900.
Trabajo y matrimonio
Al morir su padre, Gabriel vivió un tiempo con tres hermanas y después radicó en Ciudad de México, San Luis, Missouri, Argentina, Chicago y Guadalajara. Tiempo después, regresó a Ciudad de México con su hermana Beatriz y trabajó dando clases de inglés y escribiendo en el periódico "El Demócrata".
Su vida piadosa no era destacable por los frecuentes viajes, pero su fe en Cristo y su devoción a la Santísima Virgen permanecieron. Todo cambió al volver a Guadalajara, donde se enamoró de Rosa Orozco. Ella, buena católica, no quiso casarse hasta que su prometido hiciera los Ejercicios espirituales con los padres jesuitas. Gabriel acudió y la gracia de Dios lo tocó profundamente.
Ya era un hombre de 48 años cuando contrajo matrimonio el 30 de julio de 1926. Al día siguiente se suspendió el culto en todo el país e inició la etapa de persecución religiosa en México, pero él incrementó su vida espiritual comulgando diario y rezando largas horas en el templo junto a su esposa, además de practicar otros actos de piedad.
Una imporante decisión
Después de 8 años de matrimonio, Gabriel y Rosa, que no habían tenido hijos, deciden entran a la vida religiosa, él con los jesuitas y ella con las salesianas. Para ello requerían el indulto del Papa, por lo que viajaron a Roma, donde expusieron su situación en la Curia General de la Compañía de Jesús. A falta de una respuesta favorable, fueron a la Curia General de los Carmelitas, donde el P. Bartolomé Xiberta les aconseja ir a Barcelona, España, donde se quedan a vivir.
Logrado el indulto apostólico, Rosa entra con las monjas de la Visitación y Gabriel, como postulante en la Orden de Carmelitas de la Antigua Observancia (Calzados), recibiendo el nombre de José María. Es el 19 de marzo de 1935.
Martirio y beatificación
Primero estuvo en la Comunidad de Carmelitas de Tárrega (Lérida) y luego pasó a Olot (Gerona) el mismo mes de marzo; con una vida sumamente piadosa, de oración ante el Santísimo, puntual, amable, siempre sonriente y realizando humildemente todos los servicios que se le encomiendan, regresa a Tárrega siete meses después, donde el 14 de octubre de 1935, recibió el hábito de novicio.
La persecución religiosa también se había desatado en España, por lo que no pudo hacer su profesión religiosa, prevista para el 15 de octubre de 1936. Apenas un año y cuatro meses después, a sus 58 años y con solo diez meses de noviciado carmelita, el 29 de julio de 1936 es fusilado junto con 11 compañeros en Clot dels Aubens. Sus verdugos echaron sus cuerpos a un estercolero, los rociaron con gasolina y les prendieron fuego, recibiendo de este terrible modo el don del martirio.
Los mártires Carmelitas de Tárrega fueron beatificados en Roma por el papa Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007.
En México, la parroquia de la Sagrada Familia de El Agua Caliente, Atotonilco, Jalisco, lugar que lo vio nacer, lo venera con mucha devoción.