El cardenal Pironio será beatificado antes de que termine el año. El Papa Francisco aprobó el decreto de la Congregación para las Causa de los Santos que reconoce un milagro atribuido al venerable argentino cardenal Eduardo Francisco Pironio (1920-1998).
El recordado purpurado -entre otras cosas uno de los fundadores de las Jornadas Mundiales de la Juventud- será proclamado beato en una celebración que tendrá lugar en la Basílica de Luján, donde descansan sus restos. El cardenal Fernando Vérgez, quien fuera su secretario, será el delegado pontificio.
En mayo, Aleteia publicó un artículo que relataba el progreso en su causa de beatificación. Un milagro atribuido a su intercesión se encontraba en fase avanzada de análisis en la Santa Sede. Ya en la primera parte del año, la comisión médica había dado su visto bueno; restaba, para la segunda la aprobación de la comisión teológica, y con su aval, la aprobación de los cardenales y del Papa.
El milagro
El milagro que abrió las puertas a la beatificación es la curación, sin explicación científica, de Juan Manuel -un niño de 15 meses- ocurrida en diciembre de 2006 en Mar del Plata, diócesis de la que Pironio fue obispo. El bebe había aspirado accidentalmente purpurina, y estaba en un estado de coma. Por 13 días, los padres rezaron devotamente una estampa del cardenal Pironio, período tras el que el niño salió del crítico cuadro sin toxicidad en sangre.
Los papás de Juan Manuel, en la desazón por el oscuro cuadro ante el que los médicos los invitaron a rezar, acudieron a la Marcha de la Esperanza, una procesión mariana convocada inicialmente en 1973 por el entonces obispo de la diócesis balnearia, monseñor Eduardo Francisco Pironio.
En la estación de la parroquia del Hospital San Antonio de Padua relataron lo que estaban viviendo al párroco, quien les dio una estampa del cardenal para que rezaran a él. Ese año se había iniciado la causa de beatificación. En ella se relataba el milagro que el cardenal relataba de la salud de su propia madre, quien supuestamente no podía concebir y concibió más de 20 hijos luego de que le acercaran aceite de la Virgen de Luján; el último de esos hijos será, a partir de diciembre, el Beato Eduardo Francisco Pironio.
Con la Virgen María
Más allá de su propia experiencia con la Virgen, a la que visitaba en cada regreso a la Argentina, y a los pies de quien quiso ser sepultado más allá de los honores que le hubiesen correspondido en un templo romano, el cardenal Pironio dejó en la Argentina una fuerte impronta en la difusión de la espiritualidad mariana y la devoción a la Virgen de Luján.
Como destaca en un artículo de 2004, el actual Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor Fernández:
"Él sembró un enorme amor a la Virgen de Luján como madre de los argentinos. Ya en el sínodo de los obispos de 1974 había dicho que América Latina es un continente esencialmente mariano y que la religiosidad popular es un punto de partida para una nueva evangelización".
El cardenal Fernández citaba además un escrito publicado por L’Osservatore Romano en 1987, sobre María y la Argentina, en el que Pironio decía: "Hay un camino hacia Luján que merece ser destacado porque es señaladamente un camino de esperanza: es el de los jóvenes. Todos los años, el primer domingo de octubre, se encuentran en Luján centenares de miles de jóvenes que han peregrinado, desde Buenos Aires, todo el sábado por la tarde y la noche".
Para esos primeros peregrinos jóvenes -hoy adultos- Pironio fue un pilar; fue un referente con sus escritos que se difundían en libros e impresos, con sus homilías y mensajes.
Un cardenal de todo el pueblo fiel
Pironio dejó huella en cada camino que le tocó transitar. Tuvo una visión privilegiada, que pocos pastores tienen, de todo el Santo Pueblo Fiel de Dios. En la Argentina, pudo acompañar la formación de jóvenes postulantes al sacerdocio en distintas diócesis, tanto antes como después de su estancia de estudio en el Angelicum de Roma, del que regresó en 1955. Incluso fue el primer rector no jesuita del seminario de Buenos Aires.
Trabajó fuertemente con laicos en la Acción Católica Argentina -como su asesor- y luego en el Pontificio Consejo para los Laicos, desde el que dio nacimiento, junto con san Juan Pablo II, a las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Su misma impronta con los jóvenes había sido dejada en las peregrinaciones juveniles a Luján, de las que fue promotor. Pero también con la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, Congregación de la que fue Prefecto y que le permitió conocer numerosas fundaciones y realidades eclesiales que aún hoy le atesoran un gran afecto.
Antes había sido pastor de la Iglesia en la Argentina como auxiliar de La Plata y obispo titular en Mar del Plata, además secretario y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano. Había sido parte de la segunda sesión del Concilio Vaticano II y su experiencia, su visión, fue muy importante para su difusión en América Latina.
Ya en Roma, su figura fue haciéndose conocida y querida, al punto que, como varios historiadores reseñan -y como un prelado hizo saber a este periodista luego de que el propio Pironio no se lo negase- recibió votos en los cónclaves de 1978.
Falleció en la ciudad eterna en 1998, dejando a ambos lados del océano fama de santidad.
Ecos del anuncio
Tras conocerse el anuncio de su beatificación, numerosos pastores y entidades alzaron la voz para compartir su alegría. El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Óscar Ojea declaró:
"Él ha marcado la vida de muchos de nosotros, a quienes nos ha recibido en el Seminario. Él pertenece a las entrañas mismas de nuestro clero, del clero argentino y del episcopado argentino"
"No deja de ser, para nuestra Patria, un mensaje muy fuerte: de una esperanza inquebrantable; con la creatividad y el compromiso que significa la esperanza", expresó el obispo de Chascomús Carlos Malfa, quien fue secretario de Pironio en Mar del Plata.
"Nos llena de alegría que la Iglesia llegue hoy a reconocer la santidad de un hombre profundamente humano y todo de Dios, un pastor que amó profundamente a la Iglesia y se entregó totalmente a ella", se expresó desde el CELAM.