Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El Gloria (o Gloria a Dios) es un himno que expresa los cuatro fines de la Misa: la adoración a Dios, la acción de gracias, el perdón de los pecados y la petición de nuevas gracias. Este lo encontramos en el Evangelio de san Lucas, después del nacimiento del Niño Jesús:
"Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él". (Lc 2, 13-14)
Se introdujo en el siglo II en la Misa de Nochebuena, antes de generalizarse en las Misas dominicales a partir del siglo VI. Al principio, solo los obispos podían proclamarla, pero más tarde se extendió a todos los sacerdotes.
Sin embargo, durante los domingos de Adviento y Cuaresma, este himno ya no se canta (a excepción del 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, y en México y toda América, el 12 de diciembre, en la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe).
El Gloria tiene, sin duda, un carácter festivo y alegre, como una aclamación gozosa; es el himno de la Natividad por excelencia. Y como no es posible anticipar la "gran alegría" de la Natividad para que la alegría sea completa, este canto no se entona durante el Adviento. Tras una pausa de cuatro semanas, se vuelve a cantar en la iglesia en la Misa de Nochebuena.
¿Qué dice el Misal romano?
El Gloria es un himno antiquísimo y venerable con el que la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y suplica al Cordero. El texto de este himno no puede cambiarse por otro. Lo inicia el sacerdote o, según las circunstancias, el cantor o el coro, y en cambio, es cantado simultáneamente por todos. Si no se canta, lo dirán en voz alta todos simultáneamente, o en dos coros que se responden el uno al otro (IGMR 53).
El Aleluya se mantiene
Aunque se omite el Gloria, como en Cuaresma, en Adviento se conserva el Aleluya. A pesar de que el Adviento es un tiempo de espera y conversión, es también un tiempo de alegría porque la salvación, a través del nacimiento de Jesús, se acerca. Por eso se sigue cantando el Aleluya.