Nuestro estilo de vida debería de estar siempre enfocado en seguir ese camino, mirando a nuestro interior, en nuestra propia consciencia, para encontrar cuál es el verdadero sentido de la vida, en crecimiento espiritual.
El camino de la interioridad que nos propone san Agustín puede ser recorrido de diversas maneras, algunas personas lo hacen por medio de la oración, en la meditación o la contemplación. Algunas más, siguen la lectura espiritual o de ejercicios prácticos de caridad.
La interioridad que nos propone este gran santo implica varios pasos que hay que considerar frente a un mundo que se empeña más en el mundo exterior que en nuestro propio corazón, lugar donde encontramos el Amor de Dios.
1empeñarnos
El primer paso es empeñarnos en buscar el Amor de Dios, respondiendo a la pregunta: ¿qué sentido tiene la vida?
En ocasiones, sin darte cuenta, ya estás recorriendo el camino interior y encontrando respuestas a tus tribulaciones porque Dios está en tu corazón, Él es el camino de la verdad y la vida.
Primero lo buscas, luego lo encuentras, finalmente comienzas a disfrutar de la sensación de paz que nos regala estar en la intimidad, viviendo su amor.
2transformación
Después viene una transformación, que es una etapa en que integras una nueva manera de vivir la vida; dejas de estar buscando lo mejor fuera de ti, pues te convences de que lo más grandioso se encuentra en tu interior, tal como lo dijo san Agustín.
La verdadera felicidad no está afuera, está y ha estado siempre en tu interior. Es dejar atrás todo lo que nos ata a vivir anclados a lo negativo de la vida, que nos impide resguardarnos en el corazón de la paz interior.
Recinto de la auténtica felicidad
Así es como brota la tranquilidad y alegría; entonces se desata tu compasión y actitudes más amorosas hacia ti mismo y hacia los que te rodean. Dejas a un lado la queja y el reclamo por lo que te falta y descubres lo maravilloso que hay en tu corazón ¡ahí hay sentido y gozo!
El maravilloso camino de interioridad que nos propone san Agustín es personal, único, irrepetible, cada quien lo recorre de forma personal; no hay uno que sea el correcto o el incorrecto. Lo importante es recorrerlo con sincero deseo de encontrar el amor de Cristo.
El problema es que el ser humano busca eso que solo Dios puede dar en los bienes materiales, en experiencias externas, en los demás, que nos atan.
Paciencia, sinceridad y guía
Es fundamental ser paciente. Los resultados no se dan de inmediato. Como en muchas otras cosas en la vida, se necesita ser constante y saber esperar, pues los tiempos del Señor no son los tuyos.
Para recorrer tu mundo interior tienes que despojarte de cosas negativas, ya sean pensamientos o emociones. Para eso es necesaria la sinceridad con uno mismo. No te escondas ni trates de engañarte; mucho menos te desesperes y arrojes por la ventana tu esfuerzo.
Por último, y muy conveniente, busca un guía espiritual que te acompañe y ayude en tu camino. Tener a alguien de confianza con quien puedas recorrer este camino es muy motivante y alentador.
Vale la pena encontrar tu paz interior y una mayor conexión con Dios.