Con motivo del 492 aniversario del acontecimiento guadalupano, Aleteia consultó al Dr. Mons. Eduardo Chávez, Director del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, postulador de la causa de canonización de san Juan Diego y Canónigo de la Basílica de Guadalupe.
Durante la entrevista, Monseñor Chávez recordó cómo el documento del Nican Mopohua surgió primero de la memoria oral comenzada por Juan Diego (fuente primigenia) y difundida de padres a hijos, que posteriormente se volvió un texto elaborado por Antonio Valeriano que "escuchando la voz de Juan Diego, lo puso con caracteres latinos y sonido náhuatl".
Mencionó que la imagen de la Virgen no solo fue contemplada e interpretada por los indígenas (por ser todo un códice), sino también por los españoles pues vieron a una mujer vestida de sol, con la luna bajo de sus pies, a punto de dar a luz (Cf. Ap, 12).
Aleteia: ¿Qué es lo central o esencial del acontecimiento guadalupano?
Mons. Chávez: Es Jesucristo. El centro de la imagen de la Virgen de Guadalupe se encuentra en su inmaculado vientre. Es una mujer embarazada, así que el centro de su imagen es Jesús. El centro de esa casita sagrada que tanto desea la Santísima Virgen es para ofrecer su amor persona, que es Jesús.
El centro es Jesucristo, que nos trae la Virgen Santísima de Guadalupe. Por eso no es una aparición más, sino que es el encuentro con Jesús a través de la Virgen de Guadalupe.
Por eso es maravilloso, sublime, y por eso esa intuición que tienen todos nuestros hermanos: 23 millones de peregrinos que vienen anualmente a este sagrado lugar. Solamente en las fiestas (de este año) se calcula que vendrán alrededor de 11 millones de personas. Esto no se da en ninguna otra parte del mundo. Hay una intuición de esta Verdad de Guadalupe, Verdad con mayúscula, porque es Jesucristo nuestro Señor, Camino, Verdad y Vida.
¿Qué luz puede nos arrojar el acontecimiento guadalupano en el contexto actual del país?
Había una situación tremenda después de la conquista; la esclavitud, la muerte de la población indígena por la viruela y las cosas terribles que vivieron y sufrieron los indígenas y los primeros misioneros. Y eso se parece mucho a la vida actual, con tantas injusticias y cosas terribles que estamos viviendo: corrupciones, inseguridades, sangre de inocentes derramada, desaparecidos. Estamos viviendo un caos.
En aquel entonces, Fray Juan de Zumárraga, en una carta al Rey, dirige esta frase que para mí es una oración de aclamación a Dios: “Si Dios no provee con remedio de su mano, está la tierra en punto de perderse totalmente” y Dios interviene realmente a través de la Virgen de Guadalupe.
¿Qué aporta, entonces, en el mundo actual? precisamente, vivir en plenitud del amor de Dios, de vernos como hermanos, como familia, donde no entra la injusticia, la criminalidad, el derramamiento de sangre del hermano, porque sabes que formas parte de esta familia, la familia de Dios. Por eso Santa María de Guadalupe es tu madre, que te muestra el rostro misericordioso de Dios, nuestro Padre; de Jesucristo, nuestro Señor en su Inmaculado vientre, y del Espíritu Santo, que es su aliento, su Palabra que toca tu corazón. El cambio de toda una sociedad inicia desde el corazón, cuando sabemos amar y perdonar.
500 aniversario de las apariciones
¿Cómo prepararnos para vivir el 500 aniversario de las apariciones?
Tenemos la novena Intercontinental Guadalupana, en la que estamos dando algunas inspiraciones guadalupanas. El próximo año 2024 es un aniversario más de la muerte de Juan Bernardino, el tío anciano de Juan Diego; por eso, el año estará dedicado a los ancianos que son los sabios, el sostén de la cultura y los que gobiernan. Actualmente hace falta el respeto a los ancianos.
También a los enfermos, porque Juan Bernardino era el tío de Juan Diego que estaba enfermo cuando se apareció, en su choza, la Virgen de Guadalupe -con Jesús en su inmaculado vientre- que lo sana y lo salva. Y finalmente, a los constructores de la caridad porque, precisamente en la enfermedad del anciano, Juan Diego se portó con mucha caridad, buscando quien le ayudara con su tío. No encontró doctores, pero sí encontró la dulzura y la misericordia de nuestra Madre, quien le dijo:
"No tengas miedo. ¿Acaso no estoy yo aquí, que tengo el honor, la dicha, la alegría de ser tu madre? ¿Acaso no soy yo tu protección, tu resguardo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu salud, la fuente de tu alegría? ¿No estás acaso en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿De qué otra cosa tienes necesidad?"
Y el anciano se transforma en un testimonio más de que esto es totalmente cierto.