Nacido en 1542 en Fontivero, Ávila, san Juan de la Cruz es una figura importantísima para la Iglesia porque junto a santa Teresa de Jesús reformaron la Orden del Carmelo, que había relajado sus costumbres y olvidado para qué había sido fundada.
Orador impecable, prefería hablar que escribir; sin embargo, por encargo de algunos religiosos escribió obras fundamentalmente teológicas, pero entre ellas, algunas escritas en verso, de donde se desprenden hermosísimas poesías que son la base de sus obras, las que se dividen en Escritos breves, y Obras mayores.
Los escritos han servido a otros santos, como Edith Stein, y personas que desean alimentar su vida espiritual, para encontrarse frente al Dios del amor al que predicó este enorme santo.
Una pequeña muestra
«Coplas del alma que pena por ver a Dios»
Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
1 En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.2. Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.