Es hora de hacer la lista para Papá Noel, si aún no la has hecho. ¿Qué vas a pedir este año? Un reloj, unos calcetines, un perfume…
¿Por qué nuestra lista de deseos se convierte en un inventario absurdo que acaba devanándonos los sesos cuando nos preguntan qué nos gustaría para Navidad? Porque, como sabemos, vivimos en una sociedad de consumo que sobrevive anticipándose a todas nuestras necesidades. Y porque, en consecuencia, ya no sabemos cuál es nuestra necesidad fundamental.
Nuestra necesidad fundamental
¿Cuál es nuestra necesidad fundamental? Es triple. La necesidad de tiempo, la necesidad de espacio, la necesidad de silencio. Vivimos en lo que el sociólogo alemán Harmut Rosa (Aceleración, una crítica social del tiempo, La Découverte) llama una "hambruna de tiempo": no tenemos tiempo, nos hemos quedado sin tiempo, nos estamos quedando sin tiempo. Las tecnologías que se supone que nos ahorran tiempo nos lo quitan cada vez más, reducimos constantemente la duración de nuestros compromisos y acabamos considerando una debilidad hacer una sola cosa a la vez.
Nuestro espacio interior, invadido por una avalancha de notificaciones y comentarios, se reduce
Falta de tiempo y falta de espacio. No nos referimos a la necesidad de espacio para guardar nuestras pequeñas cosas, sino a la necesidad vital de amplios espacios abiertos, donde el alma encuentra una sensación de infinitud a su altura. Nuestras tecnologías ultra rápidas de comunicación por Internet y nuestros medios de transporte han "comprimido el espacio" y reducido las distancias, por lo que el espacio empieza a escasear. Y por último, la aceleración del tiempo y la reducción del espacio nos privan del silencio que necesitamos: un sonido o ruido expulsa a otro, porque un estímulo expulsa a otro, y todo está constantemente al alcance de la palabra o del comentario. Nuestro espacio interior, invadido por una avalancha de notificaciones y comentarios, se encoge.
Pedir ya es recibir
Estas necesidades son fundamentales porque son la fuente de toda vida interior: moral, intelectual y espiritual. Releer nuestro día, asimilar conocimientos y concebir ideas, imaginar un cambio de vida… Detrás de toda creación hay tiempo, espacio y silencio. La buena noticia es que no hace falta esperar a un hipotético Papá Noel. En este asunto, pedir ya es recibir. A quien, en el secreto de su corazón, pide "un poco más de tiempo, un poco más de espacio y un poco más de silencio", ya se le ha concedido. Es en el corazón del silencio y en el tiempo sustraído al mundo donde nace esta oración, y Dios, que está siempre a nuestra puerta, nos abre pronto los espacios infinitos de su corazón.