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Un estudio realizado por la Clínica Universidad de Navarra constató que "la depresión es un trastorno mental caracterizado, fundamentalmente, por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento".
Muchas personas la padecen actualmente, aunque según expertos las mujeres son más propensas a desarrollarla, por ello es que también existen distintos tipos y grados de depresión, tales como leve, moderada y grave.
Aleteia consultó a la psicóloga Carmen Hernández quien compartió los factores que desencadena la depresión:
Situaciones estresantes o eventos traumáticos, problemas económicos, laborales, pérdidas (de algún familiar, mascota o salud), rupturas de pareja o de familia, inclusive el acoso”.
Montserrat Rodríguez, de 23 años, pasó por la depresión. Permaneció tres años con este cuadro y recibió, durante un año, acompañamiento terapéutico para, así, lograr salir adelante.
"Mi depresión, junto con ansiedad generalizada, se volvió evidente cuando empecé a cortarme a mí misma, como forma de castigo por no ser suficiente, pero a la vez, fue una forma de sentir alivio, de sentir algo".
Esto después de haber tenido ciertas recaídas. En efecto, hay una relación entre la ansiedad y la depresión, por lo que si esta no se trata, existen probabilidades de que la persona comience a tener pensamientos que atenten contra su vida, pues le van perdiendo el sentido a vivir, así como a sus sentimientos, en pocas palabras, a todo.
Para Montserrat, en un inicio, fue difícil; como cualquier proceso terapéutico, estuvo acompañado de sus propios retos.
La depresión es más común de lo que creemos; incluso, grandes santos también pasaron y afrontaron su ansiedad y depresión. Actualmente, existe una extensa cantidad de información y centros de ayuda
Si tú tienes depresión:
Si tú tienes depresión no tengas miedo de pedir ayuda. Solos no podemos cargar con el peso de una depresión causada por un desajuste químico, o por muchas emociones generadas por alguna situación traumática que nos marcó - o por el contrario, pequeñas situaciones que se van guardando día a día.
El padre José Luis Santoscoy, explicó en su libro Heridas que sanan y dan vida, que somos como una olla de presión, y cuando permitimos que varias emociones, rencores, personas o ambientes tóxicos tomen lugar en nuestro corazón, tarde o temprano la olla explota.
De ahí la importancia de validar nuestras emociones. Al respecto, le preguntamos a Montserrat Rodríguez qué consejos le comparte a aquellos que se encuentran en una situación similar.
1Pedir ayuda
Si tus papás no te creen, ve con otra persona que sepas que se interesa por tu bienestar. No digo que tus papás no se preocupen por ti, pero en ocasiones, les cuesta creer que algo malo le está pasando a su hijo.
2Ve con un terapeuta
No soy experta, pero he visto que hay personas que primero van con un psiquiatra antes que con un psicólogo. Cuando considero que debe ser al revés. Necesitas un psicólogo que te diagnostique y vea cuán severo es tu caso; así, este experto, te dirá si necesitas complementar tu terapia con medicamento.
3Acércate a Dios
El proceso de sanación es mucho más rápido, profundo y hermoso cuando lo haces del lado de Dios. Muchos, erróneamente, creen que un católico no puede tener una enfermedad mental si cree fervorosamente en Dios. Esto es falso, porque al final, es una enfermedad que no puedes controlar, mucho menos si no la tratas. Así que apóyate en Dios, porque lo que más sirve para sanar es saber que hay esperanza, una luz al final del túnel oscuro.
4Que no te dé pena decir que tienes depresión
En tu círculo de confianza o con personas que sabes que se preocupan por ti.