Cuando la Iglesia da la noticia de que pronto habrán nuevos beatos y santos, el júbilo es grande, sobre todo para la Iglesia particular que recibe esta gracia. Eso ha ocurrido con Polonia, que pronto tendrá un nuevo beato.
El miércoles 24 de enero el Papa Francisco autorizó al Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, a promulgar varios Decretos, entre ellos, el relativo el martirio del Siervo de Dios Michał Rapacz , sacerdote diocesano, nacido el 14 de septiembre de 1904 en Tenczyn (Polonia) y asesinado por odio a la fe el 12 de mayo de 1946 cerca de Płoki (Polonia).
Breve biografía
Hijo de Jan y Marianna, ambos agricultores, estudio la secundaria en Myślenice y en 1926 ingresó en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Cracovia.
Fue ordenado sacerdote el 1 de febrero de 1931. Sus primeros cargos pastorales fueron como vicario parroquial de la parroquia de la Natividad de la Santísima Virgen María en Płoki y, dos años más tarde, en Rajcza.
Para 1937 volvió a Płoki como administrador parroquial.
Debido a la ocupación alemana, en 1939 el padre Michal tuvo que reducir su actividad pastoral porque estaba prohibida la enseñanza de la religión católica, incluyendo los matrimonios entre polacos y alemanes, además de todas las celebraciones y actividades de las parroquias e instituciones católicas.
Odio comunista hacia la Iglesia
Al terminar la guerra, la situación no mejoró, ya que Polonia quedó bajo el régimen comunista de la Unión Soviética de Stalin, abiertamente anticlerical. El gobierno estaba decidido a "liberar" a Polonia de la influencia de la Iglesia y de sus representantes más importantes, por lo que el 11 de mayo de 1946, poco antes de la medianoche, un grupo de 20 hombres armados atacaron la iglesia de Płoki, secuestrando al padre Michał.
Los atacantes tomaron ał sacerdote, que aún estaba vestido con su sotana, y lo llevaron a un bosque cercano, donde fue asesinado de dos disparos.
Ofrendó su vida por Cristo y la Iglesia
El cuerpo del mártir fue encontrado la mañana del 12 de mayo por unos agricultores que llevaban su ganado a pastar. Los autores del crimen nunca fueron identificados.
El padre Michal era consciente del riesgo que corría y estaba dispuesto a afrontarlo con serenidad, dispuesto a dar su vida para permanecer fiel a Cristo y a la Iglesia. Su fama de martirio continuó en el tiempo, aunque de forma oculta, durante el régimen comunista, y ha llegado hasta nuestros días.