El 2 de febrero está dedicado a un modo especial de vivir la vocación específica que cada quien recibimos en el bautismo, y es la vida consagrada. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que:
"El estado de vida consagrada aparece por consiguiente como una de las maneras de vivir una consagración "más íntima" que tiene su raíz en el Bautismo y se dedica totalmente a Dios (cf. PC 5). En la vida consagrada, los fieles de Cristo se proponen, bajo la moción del Espíritu Santo, seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y, persiguiendo la perfección de la caridad en el servicio del Reino, significar y anunciar en la Iglesia la gloria del mundo futuro (cf. CIC, can. 573)" (CEC 916).
Los testimonios
Resulta interesante destacar que existen cientos de institutos, órdenes y congragaciones de vida religiosa, sin embargo, su objetivo es el mismo: evangelizar con sus propios carismas y en distintas realidades, siempre con una entrega total a los designios de Dios.
Aleteia entrevistó a tres religiosas y les hizo tres preguntas:
1. Desde tu experiencia ¿Qué es la vida consagrada?
2. ¿Para que sirve en el mundo?
3. ¿Eres feliz en tu vocación?
Esto es lo que nos compartieron.
1Sor Rosa María Luna
Congregación: Oblatas de la iglesia misioneras ecuménicas
La vida consagrada sirve para dar testimonio en el mundo".
Para Sor Rosa, en pocas palabras, la vida consagrada es un estilo de vida que tiene como modelo a Jesús, casto, pobre y obediente, ese es su modelo de vida. También es una respuesta al llamado a vivir esta vida, a conformarse, a tratar de configurarse cada vez más con Él en una vida de fraternidad en comunidad y en un carisma especial que el Espíritu Santo ha inspirado a cada fundador dentro de la Iglesia.
Comenta que la vida consagrada sirve para dar testimonio en el mundo de la presencia de Jesús, del Evangelio en modo práctico y vivencial. Cada instituto tiene su carisma personal y quiere expresar una parte específica de ese rostro de Jesús hacia el mundo.
"Nosotros queremos mostrar ese Jesús que vio y vivió la división del mundo, y vio que iba a dividirse por Él mismo. Entonces, pide al Padre en el último momento, en su último deseo, la unidad de todos en Cristo. Nosotros nos consagramos por esto y oramos por esto todos los días al Padre: 'que todos seamos uno'".
Sor Rosa, sin dudarlo, afirma que es feliz en su vocación. "Dios mi Señor, que me llamó sin yo merecerlo, es increíblemente fiel y en momentos muy puntuales provee y se hace sentir, llenando de gozo y felicidad. Ha sido todo un camino de aprendizaje, de caídas y tropiezos, pero lo admirable es su fidelidad que no deja más que el deseo de seguirlo con todo el corazón y con todas las fuerzas en la vocación realizada en la misión".
2Sor Doris Jiménez Simroth
Congregación: Oblatos Talleristas de la Santísima Trinidad.
Si volviera nacer, volvería a ser religiosa"
Para sor Doris, la vida consagrada es una entrega total a Dios. Es una respuesta incondicional a una llamada de amor y una vivencia radical del propio bautismo por la profesión de los consejos evangélicos; esto a través de la vida en comunidad, con el carisma propio y en la búsqueda de santidad en el amor y entrega al prójimo.
Ella comparte que la vida consagrada testifica a Cristo presente en la vida de la humanidad, propone a la gente identidad, oportunidad, aspiración, aprendizaje y, sobre todo, credibilidad de amor y santidad para hacer creíble el testimonio y palpar la civilización del Amor.
Con alegría agrega para Aleteia que es "extremadamente feliz". "Es lo mejor que me ha pasado. El llamado de mi Dios a esta entrega incondicional. Creo que no pudo haberme sucedido algo mejor en esta vida y, si volviera nacer, volvería a ser religiosa".
"Aun con sus adversidades y contrariedades, no es nada cuando se tiene la mirada de amor de Jesús, es la alegría, el gozo de sentir su palabra sanadora, su encuentro sanador en cada Eucaristía; y no se diga el amor de María que da la seguridad del proyecto de vida".
3Sor Lourdes González
Congregación: Discípulas de María en el Espíritu Santo
Es vivir nuestro bautizo en plenitud"
Sor Lourdes define la vida consagrada como una vida totalmente entregada a Dios, que solo le pertenece a Él. Es vivir nuestro bautismo en plenitud.
En las Discípulas de María, unidas a Jesús, dan a conocer su amor su nuestra vida "para que todos nos volvamos a Él y nos dejemos amar; y así, llegar a la santidad a la que estamos llamados. Sobre todo llegar a los corazones que están alejados de Él por el pecado".
"Soy feliz", declara antes de añadir: "Cuando estamos en la vocación a la que Jesús nos llama, entonces podemos ser felices".