Ante la ausencia o pérdida de algo o alguien, surge el deseo de añoranza, donde comenzamos a extrañar. Esto es gracias a que nuestro cerebro tiene la gran capacidad de almacenar y recordar sonidos, imágenes, así como sabores y por supuesto aromas.
Basta con que percibamos un aroma para que nos transporte a un momento exacto. La neurociencia y un estudio encabezado por la psicóloga Silvia Álava, detectaron que el cerebro humano puede registrar hasta 10 mil aromas.
Ese mismo estudio -en el que participaron mil mujeres y hombres de entre 25 a 45 años de edad- el 45% de los participantes compartió que el sentido del olfato era el más efectivo para traer recuerdos a su mente.
Entiende tu mente
Por otro lado, el neurocientífico argentino Facundo Manes explicó cómo funciona el olfato y cómo es que podemos recordar por medio de este sentido, al cual considera un "sentido oculto", ya que siempre está en uso, pero no siempre somos conscientes de ello.
Aquí te contamos con su ayuda cómo es ese proceso:
Cuando olemos algo, las moléculas llegan a los receptores de las fosas nasales, envían una señal a las neuronas en el bulbo olfatorio, que se encuentra en la parte inferior del cerebro, ubicado detrás del puente de la nariz. Una vez allí, las señales viajan en el cerebro a las zonas de la corteza olfativa.
Todo esto, dice Facundo, sucede porque el bulbo tiene conexiones directas con dos áreas del cerebro que están implicadas en la emoción y la memoria.
Se trata de un conjunto de núcleos neuronales. ¿Lo más impactante? Su tamaño no es mayor al de una almendra.
Entonces… ¿Por qué extrañamos?
Podemos resumir que una persona comienza a extrañar gracias a los sentidos.
Un ejemplo claro lo encontramos en la película de Ratatouille, llena de escenas combinadas por aroma y sabor:
En una escena, el juez que calificará el platillo famoso de Remy -conocido también como el chefcito- huele y prueba el platillo y, eso que sus sentido sperciben, lo transporta inmediatamente a cuando él era un pequeño niño y su madre le preparaba un platillo especial que lo hacía sentir en casa; un momento cálido y con amor.
Lo mismo nos ocurre a nosotros cuando no tenemos cerca a la persona que queremos o cuando no estamos en el lugar donde disfrutamos de una buena convivencia: nuestros sentidos pueden activarse para llevarnos a ese momento especial.
Esta es la maravilla de nuestro cerebro, que puede recordar gestos e incluso el sonido de la voz de una persona con solo pensar en ella.
Así que, cuando quieras recordar a alguien, basta con que huelas algo especial o que escuches aquella canción que solías bailar con esa persona y que ahora vive en tus recuerdos.
Te sorprenderá la cantidad de cosas que puedes recordar con tan solo respirar un aroma repentino en algún lugar, sin intenciones de recordar algo específicamente. Solo mantén tus sentidos atentos.