En el mundo moderno, la filantropía suele referirse a la donación de grandes sumas de dinero a organizaciones necesitadas. Esto suele ser muy elogiado, y muchos mecenas adinerados se enorgullecen de su labor filantrópica. La filantropía puede ser una forma en que alguien participa en la limosna, sacrificando su dinero duramente ganado y dándolo a personas necesitadas.
Sin embargo, filantropía y limosna no son siempre lo mismo, ya que depende de la disposición del donante.
El Papa Benedicto XVI explica la diferencia en su mensaje para la Cuaresma de 2008:
La limosna, según el Evangelio, no es mera filantropía, sino expresión concreta de la caridad, virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y del prójimo, a imitación de Jesucristo, que, muriendo en la cruz, se entregó totalmente por nosotros.
La limosna cristiana
Además, comenta que la limosna no debe buscar la atención de los demás, sino hacerse "en secreto":
El Evangelio subraya un rasgo típico de la limosna cristiana: debe ser oculta. "Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha -afirma Jesús-, para que tu limosna sea hecha en secreto" (Mt 6,3-4).
Benedicto XVI alaba así a quienes participan en la limosna:
"¿Cómo no dar gracias a Dios por tantas personas que silenciosamente, lejos de la mirada del mundo mediático, realizan con este espíritu acciones generosas en apoyo del prójimo en dificultad?"
¿Cuál es la clave?
Hay que observar dos puntos, el primero es que debemos dar, pero no lo que nos sobra, eso no cuesta trabajo. Hay que dar de lo que nos duele.
Y segundo: la clave de la limosna cristiana no está en ser reconocido por los demás como generoso, sino simplemente en dar a los necesitados por sincero amor al prójimo.
Si queremos cumplir el mandato de Cristo de cuidar de nuestros hermanos y hermanas, debemos hacerlo sin ningún deseo o necesidad de ser reconocidos como héroes filantrópicos.