Un embarazo anhelado
Olga y Paweł Dębowski se conocieron hace 20 años. Durante más de 11 años vivieron en una relación no sacramental. Según cuentan, su vida era típicamente hedonista, con el dinero como protagonista. "Nos daba felicidad y una sensación de vida independiente. No teníamos una reflexión más profunda sobre Dios ni una relación personal con Él", cuentan.
En algún momento, la pareja decidió tener un hijo. El primer embarazo terminó en aborto espontáneo a las cuatro semanas, el segundo a las 10 semanas de gestación.
Olga y Paul se casaron en 2018. Dos meses después, la mujer tuvo su tercer embarazo. "Esta vez estábamos llenos de esperanza de que todo acabaría bien", cuentan. En la semana 20, la pareja fue a hacerse una ecografía. Durante la visita, los médicos detectaron algunas anomalías en el desarrollo del bebé. Los Dębowski fueron remitidos a otras pruebas, esta vez más detalladas.
Calificación para el aborto
"El genetista nos dijo que nuestro hijo puede tener retrasos importantes y significativos, en el desarrollo. Podría tener solo un riñón, labio leporino, genitales femeninos y masculinos, pie zambo y defectos en la estructura cerebral. Sin embargo, todo el diagnóstico se basaba en la palabra 'puede'. Pensamos que no tenía por qué ser así", recuerdan el Sr. y la Sra. Debowski.
La pareja decidió acudir a otra consulta médica, esta vez con el profesor Kypros Nicolaides, un médico de renombre mundial especializado en realizar pruebas prenatales y detectar el síndrome de Down.
El médico afirmó sin rodeos que, si fuera su hijo, lo extirparía. Dijo que nuestro hijo tendría dos riñones, pero que todas las demás anomalías habían sido confirmadas por él. Me dio una palmadita en el hombro y añadió: "Seguirá teniendo hijos sanos". Sentí que me trataba objetivamente, sin empatía ni compasión", explica Olga en una entrevista.
La pareja vivía entonces en Reino Unido. Por tanto, tenían derecho a matar legalmente a su hijo incluso hasta el momento del nacimiento. "Como padres, teníamos derecho al llamado aborto tardío", añade Paul.
Durante un breve periodo, la pareja se planteó abortar. Sin embargo, Olga decidió averiguar los detalles. Llamó al hospital. Preguntó cómo era ese procedimiento en las últimas fases del embarazo. La enfermera le informó que se inyecta un veneno en el corazón del bebé. La madre es enviada a casa, pasea con el bebé muerto unos dos días más y luego lo da a luz.
Rezando por un milagro
"Me di cuenta del tipo de asesinato al que me iba a enfrentar. No habría podido llevar una vida normal después de aquello", dice Olga. La llamada al centro supuso un punto de inflexión en la vida de los señores Debowski. Los jóvenes padres empezaron a rezar el rosario todos los días, pidiendo a Dios un milagro, y la esperanza brotó en sus corazones.
"Nos hacían ecografías cada quince días y cada vez, de forma sutil pero constante, nos sugerían abortar, a lo que respondíamos con firmeza que no estábamos de acuerdo", añade Paweł.
La pareja decidió volar a Polonia. Se encomendaron a sí mismos y al niño a Dios y a María. Visitaron Łagiewniki y luego fueron a Wąwolnica y Lublin. Allí se encontraron con una conocida: la hermana Noeli.
La monja estaba en la sala de oncología de un hospital de Lublin. "Conocimos a la hermana Noela [Noela significa Navidad - nota del editor] incluso antes de nuestra boda. Más tarde desarrolló un cáncer de paladar, que había hecho metástasis. Cuando fuimos a verla, estábamos llenos de ansiedad, temerosos, con muchas preocupaciones sobre el futuro. De ella emanaba una calma y un gran amor, que nosotros también sentíamos. La hermana dijo que ofrecería sus sufrimientos por nuestro hijo", cuentan Olga y Paul a Aleteia.
Cuando regresaron a Inglaterra eran personas completamente distintas.
Confiábamos en Dios y en María. Seguimos rezando el rosario, creyendo que juntos superaríamos cualquier dificultad"
El pequeño Franek y sus padres: ¡ver fotos!
No se confirman todos los diagnósticos
Franek nació el 16 de agosto de 2019. "No sabíamos en qué condiciones nacería nuestro hijo, pero nos sentíamos tranquilos', subrayan Olga y Paul. La mayoría de los diagnósticos aterradores no se confirmaron en absoluto.
Franek pasó seis semanas en el hospital, pero debido a una hipoglucemia. No había defectos en su estructura cerebral, ni tenía labio leporino o paladar hendido. También tenía los riñones completamente desarrollados. Uno de los defectos resultó ser un pie zambo. "Se lo enderezaron y, durante un tiempo, mi hijo llevó zapatos ortopédicos especiales", dice la madre del niño de 3 años.
"Con el tiempo, también notamos un retraso significativo en el desarrollo psicomotor de Franek y un tono muscular muy bajo", añade. El niño requiere rehabilitación diaria. No camina ni se sienta solo y necesita la ayuda de sus padres.
Encontramos un centro muy bueno para nuestro hijo en Bory Tucholskie. "Para proporcionar a Franek un nivel adecuado de rehabilitación, nos trasladamos a Polonia. En Inglaterra nuestro hijo no recibió los cuidados que esperábamos. Sabemos que el estado de salud de Franek es una gracia de Dios y un milagro. Mucha gente sigue rezando por él. A pesar de las dificultades, seguimos adelante, llenos de fe y confianza en Dios", subrayan el señor y la señora Dębowski en una entrevista a Aleteia.
"El hijo nos cura del egoísmo y nos enseña el amor desinteresado".
Al niño, que ahora tiene tres años, le encanta escuchar música y el canto de los pájaros, es muy alegre y sonríe a menudo. Sus padres creen que un día su hijo caminará. Dicen que quieren a su hijo tal como es. "Queremos ayudar a Franek en sus luchas cotidianas", declaran.
"Nuestro hijo nos cura del egoísmo. Cuando me enteré de que nacería con una discapacidad, tuve miedo de tener que cuidar de alguien el resto de mi vida, de perder la alegría y la paz. Hoy tengo la inmensa satisfacción de poder servirle lo mejor posible. Gracias a Franek sé lo que es el amor incondicional", explica Olga.
Los Dębowski insisten en que todo ser humano tiene derecho a la vida y que hay un lugar para todos en este mundo:
"La única forma de poner fin a un embarazo debería ser que la mujer diera a luz, independientemente de si el niño nacerá sano, enfermo o con un defecto letal", añaden.